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Mil disculpas por no haber escrito algo en mucho tiempo. Otras cosas (un viaje a Venezuela y una visita de mis padres, entre otras cosas) me han robado de tiempo extra para escribir. También quiero advertirlos que este post es mucho más largo de lo que había imaginado. Por los que no quieren leer un mini-libro, pueden leer el “Repaso breve” por el final, que explica las ideas principales de este post en una manera mucho más corto.

La Fe
Aunque la fe es el elemento clave del cristianismo (véase lo que dice Pablo sobre este asunto en Romanos 3-5), también es un concepto resbaloso, que es muy difícil de definir y agarrar. Incluye conceptos como creencia y confianza y a menudo se la ve como el opuesto de certeza (como en la primera definición del diccionario Word Reference).

Los resultados de esta confusión pueden ser muy negativos. Los adversarios del cristianismo a menudo lo rechazan porque creen que van a tener que “apagar sus cerebros”. Los cristianos a menudo se golpean por su bajo nivel de fe, sobre todo si no reciben un milagro que estaban esperando. Las preguntas sinceras no reciben respuestas porque “sólo tienes que tener fe”! Este concepto de fe, que debería ser un tesoro del cristianismo, se convierte en un motivo de tropiezo y un fuente de estrés para muchos. Entonces, ¿cómo podemos intentar de agarrar este concepto de fe en una manera que tiene sentido y también la eleva de nuevo a una posición de valor en nuestras vidas?

No digo que tengo todas las respuestas, pero a lo mejor algunos de estos pensamientos servirán para movernos en la dirección correcta. Por favor, añade tus pensamientos por abajo, pero para empezar, aquí hay dos conceptos sobre que puedes reflexionar.

La fundación de la fe es conocimiento
Esta idea parece contrario a lo que normalmente pensamos. Hemos adquirido la idea de que la fe requiere una falta de certeza. Cuando hablamos de tener fe o actuar en fe, tendemos a pensar en una carencia de conocimiento o en creer a pesar de la evidencia al contrario o en fe ciega o en caminar por fe, o sea, creer en algo que no podemos ver. Estoy de acuerdo con algunos aspectos de estas ideas, pero muy a menudo cambiamos el concepto de fe a un concepto de deseos o emociones intensos que tratamos de hacer subir dentro de nosotros. Pero creo que nuestras acciones de fe (tomar un paso hacia lo que no podemos ver) son solamente acciones de fe si tienen como base firme el conocimiento. Si no, son solamente, en el mejor caso, deseos de nuestra imaginación y en el peor caso, intentos de manipular a Dios.

Un ejemplo práctico. Tengo fe en mi esposa. Específicamente, tengo fe de que ella no me abandonará por otro hombre o tendrá un lío con otro hombre. Esta fe me permite irme por algún lugar por algunos días o aun semanas sin tener que preocuparme por nuestra relación o cómo ella se comportará. Pero ¿por qué tengo esta fe? Es muy sencillo. Porque la he conocido por años. Después de casi 15 años de casados, la conozco muy bien, y por eso tengo fe en ella. De hecho, a través de esos 15 años, mi fe en ella ha crecido continuamente, porque me ha mostrado vez tras vez que ella es digno de esa fe. Mi fe tiene como base el conocimiento.

Pero, dicen algunos, ¿no se puede temblar esa fe? ¿No han descubierto muchas personas por la manera dura que su esposa (o esposo) no era digno de su fe, que de veras no la conocía? La respuesta es una enfática y obvia “¡Sí!” la fe se puede temblar. Pero la clave no es si mi fe era mal colocada, sino si mi conocimiento era incorrecto. En casi cada situación donde se haya temblado la fe en una relación, es porque el conocimiento de esta persona era defectuoso o incompleto. En los casos de adulterio o otras situaciones feas, la persona que era culpable de la infracción casi siempre escondía cosas de la otra persona (o tal vez la otra persona no quería ver la verdad). Entonces como antes, la fundación de la fe es conocimiento, y la fe se tiembla por falta de conocimiento.

Es así por prácticamente cada cosa o persona en quien tenemos fe. No puedo pensar fácilmente en ejemplos donde esto no aplica. Tenemos fe que el sol va a salir cada día. ¿Por qué? Porque siempre lo hace. Tenemos fe que la silla nos va a soportar. ¿Por qué? Porque casi siempre lo hacen (y en los pocos casos cuando no lo hacen, es porque nuestro conocimiento de esa silla fue incompleto o defectuoso). Tenemos fe de que ciertas personas o empresas o aventuras son dignos de nuestra confianza debido a nuestra experiencia de ellas o nuestro conocimiento de ellas. Por el otro lado, tenemos fe de que algunas personas o empresas o aventuras no son dignos de nuestra confianza debido a nuestras experiencias o conocimiento de ellas.

De hecho, yo diría que la “fe ciega” prácticamente no existe. Siempre tomamos nuestras decisiones con algún tipo de conocimiento – impresiones, instinto visceral, nuestra confianza en alguien, etc. Tal vez haya tiempos cuando nuestra fe es mal informado, o falta mucho conocimiento o no tiene nada de sentido, pero casi nunca es “ciega”. Siempre hay algún tipo de conocimiento que la rodea y la informa.

Entonces, hay que aplicar esta idea a Dios. La Biblia queda muy claro que somos salvos por la fe. Sin embargo, esto no significa que estamos tomando una decisión con una falta de conocimiento. Por lo menos, cuando una persona decide seguir a Cristo, tiene un conocimiento de sus pecados (si no fuera así, ¿por qué aceptarían a Jesús?) y quien es Cristo. En el principio, el nivel de conocimiento será muy básico, y tal vez habrán aceptado a Cristo más por el conocimiento de la persona que les esté enseñando sobre Jesús que por su conocimiento de Dios, pero de todos modos, están tomando un paso de fe por conocimiento de algún tipo.

Claro, como con cualquier revelación o aventura, el nivel de conocimiento debe crecer para que crezca la fe. En el principio, muchas cosas pueden hacer que tiemble nuestra fe – las oraciones incontestadas, preguntas difíciles, la desaprobación de familiares o amigos, o un sinnúmero de otros desafíos. Y si nunca crecemos en nuestro conocimiento de Dios y nuestra relación con Dios, nuestra fe será muy débil y inmaduro. Pero mientras que crecemos en nuestro conocimiento de Dios y nuestra relación con Él, nuestra fe empieza a crecer. Eso ha sido la verdad en mi vida, cuando he encontrado muchos desafíos al cristianismo. Entre más he estudiado y buscado respuestas, más ha crecido mi fe, aunque seguramente no tengo todas las respuestas. Y entre más conocemos a Dios personalmente, a través de nuestros estudios de la Biblia, la oración, el escuchar a su voz y el interactuar con Él, más crece nuestra fe. Otra vez, al ver a Dios contestar mis oraciones (a veces oraciones muy específicas en maneras muy específicas) y hablar en mi vida, he crecido en mi fe.

La fe en nuestra vida
Este concepto de conocimiento como el base de fe es importante porque la fe siempre se muestra a través de acción, y esta acción por lo general incluye un grado de incertidumbre.

Si miramos de nuevo al ejemplo de tener fe en mi esposa, la acción de fe es irme por un tiempo (por el trabajo o lo que sea). Seguramente, podría pasar algo en mi ausencia. Objetivamente no puedo probar sin duda que puedo confiar en mi esposa mientras que no estoy. Si no tuviera fe en ella, nunca me sentiría cómodo dejarla en la casa sola. Pero sí tengo fe en ella. Estoy seguro de que puedo irme por un tiempo y dormir tranquilo con la certeza de que ella me va a estar fiel. Mi conocimiento ha resultado en fe, que me permite tomar una acción basada en esa fe.

Vemos eso vez tras vez en la Biblia. Dios le habló a Abraham. Debido a esta revelación (conocimiento), Abraham tenía fe en Dios. Claro, ¡Dios le había hablado! Esa fe permitía que Abraham saliera de su hogar y siguiera a Dios. Luego, porque Dios le había hablado y había mostrado su fidelidad, Abraham otra vez pudo actuar en fe por ofrecer a su hijo como sacrificio. Él sabía que Dios sería fiel. “El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios” (Génesis 22:8), y luego, “Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos” (Hebreos 11:19). Seguramente en esas dos situaciones hubiera sido muy difícil explicarle a alguien sus acciones o demostrarles que eran válidas. Esos paso de fe hubieran parecido muy tontos y deberían de haber sido muy difíciles, pero la fe, inspirado por conocimiento, permitió que Abraham tomara acción, aun sin poder ver como las situaciones resolverían.

Lo vemos otra vez en Mateo 9:20-21 cuando una mujer que estaba sufriendo de una hemorragia sabía que solo necesitaba tocar a Jesús para sanarse (el texto indica certitud). Ella sabía quien era Jesús (y tal vez Dios le había mostrado que iba a hacer). Ese conocimiento la dirigió a la fe, que la condujo a la acción. En Lucas 7:1-10, vemos un centurión que entendió como funciona el concepto de autoridad y también entendió quien era Jesús, entonces le dijo a Jesús que solamente tenía que decir la palabra, y su siervo se sanaría. Jesús lo hizo – y luego lo alabó por su fe. En estos dos casos, el acto de fe tenía incertidumbre, en el sentido de que ellos no podían mostrar (objetivamente) que lo que querían iba a pasar. Pero su entendimiento de quien era Jesús y que era lo que tenían que hacer o pedir les dio fe que resultó en acción y el cumplimiento de sus peticiones.

Por el otro lado, la gente en el pueblo natal de Jesús entendían quien era Jesús (o pensaban que lo entendía), y este conocimiento incorrecto (o por lo menos inadecuado) prevenía que Jesús hiciera muchos milagros (Mat. 13:53-58). Aunque nunca lo decimos, suponemos en este pasaje que Jesús trató de hacer milagros pero no pudo. No creo que esta suposición sea correcto. Dado la reacción de la gente a Jesús, creo que él solamente hizo algunos milagros porque la gente ni siquiera le pidió que los hiciera. Su falta de fe (con un base de conocimiento incorrecto) prohibió que le dieran caso a él. O ¿qué de Tomás?, que negó de creer en Jesús aunque 10 de sus mejores amigos (los otros apóstoles) y varias mujeres le estaban diciendo que habían visto a Jesús, sin mencionar la tumba vacía que hubiera podido examinar por si mismo. Él tenía mucho conocimiento, pero no estaba dispuesto tomar un paso de fe basado en ese conocimiento. Aquí vemos otra realidad: La fe se base en el conocimiento, pero el conocimiento no siempre lleva uno a la fe. Tenemos que tomar una decisión. En el caso de Tomás, Jesús lo regañó por su falta de fe. Jesús no quería “fe ciega” de Tomás. Él quería que Tomás tomara un paso de fe basado en la evidencia que tenía (que era amplia).

Entonces, ¿qué quiero decir? Simplemente que solamente podemos tener fe en las cosas que sabemos, o sea, las cosas que Dios nos ha revelado. Pero tenemos que tener cuidado con esta idea, porque hay dos maneras en las cuales Dios nos revela cosas. En el primer lugar, Dios nos ha revelado cosas más genéricas sobre quien es y su carácter. Sabemos que Él es un Dios bueno, pero también justo. Él nos ama y siempre va a estar con nosotros. Él es todopoderoso y puede hacer cualquier cosa que quiera hacer. Tenemos fe en Él, y oramos y actuamos de acuerdo con lo que sabemos de Él en general. Entonces compartimos nuestra fe con otros, oramos por el mundo y las situaciones que nos rodean, confiamos en Él y seguimos obedeciéndolo aun en tiempos difíciles. De veras, vivimos por fe – nuestro conocimiento de Dios informa la manera en la cual vivimos y las decisiones que hacemos.

Pero Dios también es soberano. Esto significa que también necesitamos entender (o por lo menos, tratar de entender) la voluntad específica de Dios en cada situación, y que quiere Él en esas situaciones. Por ejemplo, tengo muchos años de sufrir de dolor en la espalda. Le he pedido sanidad de Dios muchas veces y también he visitado quiroprácticos y otros profesionales médicos buscando ayuda. Hasta ahora, ninguna de esas oraciones (o otros métodos) ha traído la sanidad. Es muy fácil preguntar si no tengo suficiente fe. De hecho, una vez cuando alguien estaba orando por me, me preguntó si yo había orado “en fe”, creyendo que Dios me sanaría. Cuando hice una pausa antes de contestar (hablaré de eso en un momento), me dijo que “esta vez” oraríamos en fe, creyendo que Dios me sanaría. Oramos, pero Dios no me sanó.

El problema con este tipo de situación (a menudo con respeto a la búsqueda de milagros, aunque no siempre), es que echamos la culpa a nosotros o otras personas por no tener suficiente fe. Pensamos en la fe como un sentimiento que, si podemos estimular lo suficiente, podemos hacer que Dios haga lo que queremos que haga. La fe se convierte en una manera de controlar a Dios si tenemos suficiente. Pero eso me parece injusto, y aun contra lo que dice la Biblia. Es verdad que Jesús regañó a los discípulos por su falta de fe a veces (véase Mat. 17:19-20 y también 8:26 y los pasajes paralelos, Marcos 4:40 y Lucas 8:25), pero en estos pasajes Jesús parece enfocarse en su falta absoluta de fe, no en la intensidad de ella en una escala de 1-10. De hecho, en dos ocasiones separadas, les dice que solamente necesitan fe el tamaño de un grano de mostaza para hacer que una montaña o un árbol se eche en el mar (Lucas 17:5-6 y Mat. 17:19-20)!

Si pensamos en la fe como algo de que necesitamos armarnos, nunca vamos a poder tener lo suficiente, aunque solamente necesitamos fe el tamaño de un grano de mostaza (casi nada!). Pero si pensamos en la fe primeramente como algo basado en nuestro conocimiento de Dios en general, y luego en nuestro conocimiento de lo que Dios quiere en esta situación específica, tenemos una idea muy diferente de la fe. En cuanto a mi espalda, yo oro con completa confianza que Jesús me puede sanar si él quiere hacerlo. Pero nunca lo he escuchado decir que Él quiere sanarla, y que tiene planes para sanarla. De hecho, he sentido mucho ánimo y paz al leer los versículos en 2 Corintios 12:7-10 donde Pablo le ruega a Dios quitarle su “espino clavado en el cuerpo” y Dios le responde que su gracia es suficiente. Cuando escucho a Dios, me parece que su respuesta a mi petición de sanidad es que su gracia es suficiente. Seguiré pidiéndole por la sanidad de vez en cuando, porque eso es lo que quiero yo, y tal vez Él va a tener una respuesta diferente luego. Pero no me golpeo por no tener suficiente fe, como hice antes y como hacen muchos.

A veces, fe en el carácter y poder de Dios es suficiente – eso es lo que Dios está pidiendo en esa situación. Pero ¿pudiera nuestra fe ganar contra la voluntad de Dios en una situación? O, para decirlo en otra manera, ¿pudiera una persona armarse suficientemente de fe para poder mover una montaña si Dios no quería que moviera? La idea is tonta, pero a menudo eso es como pensamos de la fe. “Si solamente puedo armarme de suficiente fe, si creo con suficiente intensidad, entonces Dios hará lo que quiero que haga!” No, no lo hará. Jesús solamente hacía las cosas que Dios quería y lo había mostrado (Juan 4:34, 6:38, 8:28), entonces ¿por qué pensamos que podemos hacer cualquier cosa que queramos sin saber si es la voluntad de Dios? La suposición al base de la promesa de Dios de contestar nuestras oraciones o traer sanidad o mover las montañas es que estamos orando de acuerdo con su voluntad. Si no lo estamos, entonces, buena suerte con eso.

Todo esto nos dirige a unos pasos muy prácticos en cuanto a nuestra fe.

  1. Enfócate en conocer a Dios. Aprende sobre Dios, la Biblia y tu fe. Pero también conoce a Dios personalmente. Ora, lee las escrituras, estudia a Dios en soledad y con otros, aprende a escuchar su voz, practica diferentes disciplinas espirituales. Entre más conozcas y experimentes a Dios, más va a crecer tu fe.
  2. No entres en un pánico cuando lleguen dudas o desafíos. Estos son oportunidades para aprender sobre Dios y conocerlo más. A veces nuestro conocimiento es inadecuado y tenemos que aumentarlo. A veces es incorrecto y tenemos que corregirlo. Las preguntas y las deudas no muestran una carencia de fe, sino una falta de conocimiento. Y puedes crecer en eso.
  3. Vive por fe de acuerdo con lo que sabes. Todos tenemos un nivel de conocimiento de Jesús y la palabra de Dios si somos cristianos. Vivir por fe significa que vivimos de acuerdo con este conocimiento de Dios. Por lo general, esto no significa hacer algo loco, como regalar todo nuestro dinero a los pobres o embarcar en una nueva aventura en un país lejos del nuestro. Vivimos por fe a través de cosas pequeñas que todavía pueden ser muy difíciles, cosas como amar a un vecino desagradable, perdonar a alguien que nos ha ofendido, compartir el evangelio de Cristo cuando hay una oportunidad, decir la verdad, tomar decisiones éticas en tu negocio, etc. Cada uno de estos ejemplos, y otros, requiere que tomemos lo que sabemos de Dios y actuemos basado en ello, por lo general sin poder ver las consecuencias que vayan a pasar.
  4. Busca la voluntad específica de Dios en cada situación. No te castigues a ti mismo (ni a otros) por tu falta de fe, sobre todo cuando no ves milagros. Busca entendimiento sobre lo que Dios quiere en esa situación (y invita que otros te ayuden a discernir), y luego actúa de acuerdo con lo que Dios revela. Tal vez te dará consejo específico sobre lo que Él quiere en una situación. Tendrás que actuar en fe en esas instancias, aunque tal vez no parezca tener sentido a otras personas. Tal vez no revelará su voluntad específica. Entonces tendrás que actuar con sabiduría basado en lo que sabes de Él en general y lo que la situación demanda lógicamente. Pero no caigas en la trampa de pensar que “desear algo con intensidad” es igual que la fe. No lo es.

La fe es una realidad bonita de la vida. Todos vivimos por fe con regularidad – tenemos fe en instituciones, personas, ideas, teorías, etc. No hay ninguna persona que exista sin fe, sobre todo los cristianos. Pero nuestra fe no es solamente “desear con intensidad” o un intento de manipular a Dios para que haga nuestra voluntad. Nuestra fe tiene como base sólido un conocimiento general y específico de Dios y su voluntad. Que busquemos más a Él para poder vivir más y más en fe.

Repaso breve
El problema que veo con la fe (sobre todo en la iglesia) tiene dos puntos:

Primero, muchos piensan que la fe significa creer algo sin evidencia. Yo creo que la Biblia nos muestra que la fe es creer algo basado en lo que sabemos. Es verdad que a veces hay huecos en nuestro conocimiento, pero cada vez que mostremos fe, es basado en las cosas que sabemos. No es fe creer en algo por la cual no tenemos nada de evidencia. Hacer eso sería una ilusión o deseo vacío o, a veces, pura tontería.

Segundo, la fe se ve a veces como un sentimiento intenso que personas usan para tratar de hacer que Dios haga lo que quieren que haga. Pero no vamos a recibir lo que queremos por tratar de creer con más intensidad. Tampoco podemos hacer que Dios haga cosas a través de nuestra intensidad de creencia. Si Dios nos ha revelado algo, entonces podemos tener fe. Si no nos ha revelado su voluntad, entonces no podemos tener fe que Él va a hacer lo que queremos.

Para dar un ejemplo muy común, sabemos que Dios a veces sana a personas, y a veces no. Entonces podemos tener fe que Él tiene la habilidad de sanar, pero a menos que nos ha mostrado que es su voluntad sanar en esta circunstancia especifica, no podemos tener fe de que nos va a sanar. Es imposible tener fe en algo que no sabemos. He visto un sinnúmero de ejemplos de personas tratando de aumentar la intensidad de su fe, o tratando de hacer que Dios sane a alguien “por la fe” cuando no hay ninguna indicación que Dios esté dispuesto a sanar en esa instancia. La devastación que resulta cuando no reciben la respuesta que buscan y, a veces, la pérdida de su fe en Dios, es muy doloroso ver y completamente innecesario.

Crecemos en nuestra fe por conocer más a Dios. Entre más lo conocemos y más podemos discernir su voluntad específica en una variedad de circunstancias, mejor podemos mantenernos firmes en nuestra fe, porque esa fe tiene un base sólido y una perspectiva correcta.

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