Tengo que confesar que el ataque por Rusia contra Ucrania me ha impactado un poco más que las otras guerras que han ocurrido en el mundo. Una parte, sin duda, es la influencia de Ucrania en mi vida – muchos de Ucrania se establecían en mi parte de Canadá (cerca de Edmonton) en el tiempo de los pioneros y hay mucha influencia de su cultura ahí. Probablamente otra parte tiene que ver con la relación cercana que Canadá ha tenido con Europa a través de los últimos 2-3 siglos, especialmente las Guerras Mundiales y la Guerra Fría. Me hace sentir un poco mal que no he sentido tan afectado por otras guerras, que seguramente eran tan terribles como esta, pero a la misma vez, creo que es normal ser más impactado por eventos que son más relacionados con tu historia.
Pero probablamente una de las razones por la sacudida que muchos estamos experimentando es la injusticia flagrante de la situación. Aunque Putin puede dar sus razones por la invasión (naciones juntándose con OTAN y la amenaza que “Rusia” (mejor dicho, Putin) siente por eso), sus razones parecen muy débiles y sin sentido. Nunca he visto indicaciones que OTAN quiso amenazar o atacar a Rusia. Creamos lo que creamos sobre ese punto, no creo que la mayoría de gente pueda entender qué, exactamente, Ucrania había hecho para merecer una invasión. Parece nada más un deseo por poder a parte de Putin.
Pensando en eso, mi mente y mi corazón se extienden a los ciudadanos de Ucrania que están sufriendo por este conflicto: cientos de miles, y ahora miles de miles, huyéndose del país debido a la guerra; otros que ni tienen esa opción; la falta de acceso a comida, agua, y recursos necesarios para sobrevivir; y los ataques aparentemente intencionales a los ciudadanos en vez de blancos militares. La situación parece ser completamente innecesaria y injusta, y mi corazón clama por la resolución y con un deseo de ver a Dios resolver la situación – a levantarse para proteger a los débiles y indefensos, un tema que vemos mucho en la Biblia.
Situaciones como esta nos puede generar dudas en cuanto a nuestra fe. “¿Por dónde está Dios en esta situación?” Este es el tipo de evento que causa que muchos duden si Dios aun existe. Como muchos han dicho en el pasado sobre otras situaciones malvadas, “Si de veras existe un Dios omnipotente y lleno de amor, ¿cómo podría Él permitir que algo así pase?” ¿Cómo puede Él solamente mirar mientras que un dictador se vuelve frenético y envía a su ejército a invadir a un país esencialmente inocente, con el resultado que miles de personas mueren? Sentimos ese conflicto interno – por un lado rogándole a Dios a intervenir, por el otro, creyendo que no lo va a hacer y preguntándonos si aun existe. Y este sentimiento no solamente viene debido a la guerra reciente. Lo sentimos en medio de muchas situaciones que tenemos que enfrentar en la vida, tanto grandes como pequeñas. La enfermedad, accidentes, tragedias, la muerte, corrupción, la injusticia, destrucción… A veces sentimos que estamos rodeados por le maldad y la injusticia, y hace que anhelemos por la salvación de Dios… o desesperémonos que aun existe.
Entonces, ¿cómo reconciliamos la injusticia de la vida con la proclamación de un Dios de amor?
Uno de los ejercicios más impactante para mí en este respeto ha sido preguntarme, “¿Qué pudiera haber hecho Dios para que no pasara esta situación?” Si pensamos en la guerra presente, Dios pudiera haber….
- causado todas las armas de los rusos a no funcionar
- hecho algo para que el ejercito no pudiera entrar en Ucrania (de repente, nadie tiene gasolina!)
- destruido el ejercito ruso antes de poder atacar (como hizo Dios en Isaías 37)
Si vamos más atrás en el tiempo, Dios pudiera haber:
- prevenido que Putin aun tuviera esa idea
- quitado a Putin de su posición de alguna manera (una revolución, asesinato, la muerte)
- dado diferente consejo a través de sus consejeros.
O, si vamos por otra dirección, Dios podría defender a los ucranios por…
- enviar ángeles para guiarlos a un lugar seguro (como hizo con Pedro en Hechos 12)
- proveer un “escudo de protección” para protegerlos (como en Daniel 3)
- resucitar a los muertos y sanar a los heridos (como en el ministerio de Jesús o Pablo)
Probablamente hay muchas otras maneras por las cuales Dios puede corregir esas injusticias, pero mi realización es esta: Para terminar con la injusticia, Dios tendría que intervenir directamente de alguna manera, o por completamente subyugar (a fuerzas) o ignorar la voluntad de uno o más individuos, o por prevenir que pasen los resultados normales de las acciones de alguien, con el fin de hacer que sus elecciones/acciones son completamente irrelevantes. Si hablamos de todas las injusticias que experimentamos, Dios tendría que controlar cada aspecto de la humanidad. Seríamos nada más que juguetes de Dios. Podemos tener libre albedrío o podemos tener la justicia perfecta, pero no podemos tener los dos al mismo tiempo.
Pero ¿no creemos que Dios obra en el mundo?
Esto hace que surja una pregunta. ¿Qué decimos sobre el hecho que Dios sí ha intervenido en la historia de la humanidad, como las referencias que hice arriba? Como cristianos, declaramos que Dios contesta las oraciones y sigue haciendo milagros. A veces, la enfermedad se sana, la injusticia se rectifica, y ocurren los milagros. ¿Cómo podemos entender o explicar que Dios interviene a veces, pero no lo hace en otras ocasiones?
Creo que hay cuatro factores que impactan nuestro entendimiento de cómo Dios trabaja en el mundo.
Primero, necesitamos entender la relación entre Dios y el mundo. Dios creó este mundo para nosotros, y nos dio a nosotros la responsabilidad de gobernar y desarrollarlo (Génesis 1:26-30). Creo que podemos argumentar que era la intención de Dios que lo hiciéramos con sus asistencia (por ejemplo, Dios le trajo a Adán los animales para ponerles nombres). Pero Adán y Eva rechazaron ese arreglo para tomar su propio camino. El resultado es que la humanidad está gobernando el mundo sin la guía de Dios, y estamos tomando todas las malas decisiones que acompañan aun nuestras mejores intenciones. Para decirlo de otra manera, es como Dios tomó un paso hacia atrás para darnos la libertad que deseábamos. Me parece que por lo general, Dios no interviene directamente en nuestras vidas. Aun si tomamos en cuenta todas las historias en la Biblia y los reportes que escuchamos o vemos de milagros, la gran, gran mayoría de la vida se gobierna por nosotros mismos, tomando nuestras propias decisiones sin la influencia o intervención de Dios. Eso es lo que hemos deseado.
El segundo factor es el plan general para la humanidad. Cuando leemos la Biblia, parece que la humanidad no va a existir para siempre. En algún momento, la vida humana va a terminar (probablamente debido a nuestras propias acciones). Hay mucho debate entre cristianos sobre exactamente cómo será ese fin, pero parece que es el caso. Y a través de la Biblia, vemos que Dios está armando y avanzando un plan para rescatar (salvar) el mayor número posible – empezó por a Abraham, lo desarrolló en la nación de Israel y por fin envió a Jesús. Parece que está obrando en la historia para que, cuando termine todo, lo mayor número posible entren a la vida y no a la muerte. Como parte de su plan, parece que Él interviene a veces para avanzar ese plan. No es control directo, pero está guiando la historia de la humanidad para evitar las consecuencias peores y abrir el mayor número de puertas posibles para salvar el mayor número de personas posibles. Es similar a la manera en que nosotros, como padres, guiamos a nuestros hijos por los mejores caminos posibles – a veces directamente, a veces sutilmente.
El tercer factor es similar, pero en un nivel más personal. Dios desea que cada individuo se acerque a Él y sea transformado en su imagen, para ser la persona Él los creó a ser. A veces, hay intervención divina en la vida de una persona o un grupo para cumplir este propósito – respuestas a las oraciones, sueños y visiones, curaciones u otros actos milagrosos, etc. Pero el opuesto es también cierto – que a veces Dios no se interpone por el mismo propósito: ayudar a alguien en su crecimiento personal, su entendimiento de Él, y para confiar más en Él. Por lo general, Dios confía que la guía que nos ha dado en la vida (su revelación en la naturaleza, nuestra conciencia, revelación específica a través de la Biblia) es suficiente para guiarnos hacia Él, pero a veces interviene directamente.
El factor final es tal vez la clave a todo. Dios es una persona, no una “fuerza” o un principio intelectual o matemático. Eso significa que no siempre hay una manera clara para identificar por qué Dios interviene un ciertas situaciones, y no en otras. No hay una “formula secreto” que hace que Dios conteste nuestras oraciones de la manera que queremos. No es que Dios sea caprichoso, lanzando milagros por aquí y por allá al azar, o escogiendo a algunos como sus favoritos. Solamente significa que Él tiene una perspectiva mucho más amplia que la nuestra, y muchas veces no la vamos a entender. Vemos una situación y pensamos, “Si Dios solamente interviniera aquí, yo lo alabaría, y la gente lo amaría, y todo sería mejor!” Pero Dios sabe mejor. Pues, mira a Jesús. Él hizo buenas obras constantemente, y su recompensa no era el elogio de la gente y alabanza a Dios, sino el rechazo, la traición, y la crucifixión. Entonces, cuando pensamos que nosotros u otros alabaríamos a Dios si Èl tan solo hiciera un milagro, entonces nos estamos decepcionando sobre la naturaleza verdadera de la humanidad. Dios sabe mejor que nosotros cuándo intervenir y cuándo no. Y por lo general, parece que no lo hace mucho, de acuerdo con el deseo de Adán y Eva – y, para ser honestos, nosotros también.
Un Regalo Diferente
Dios ha escogido relacionarse con la humanidad de una manera muy diferente de lo que esperamos. En vez de controlarnos completamente, o darnos todo lo que deseamos (nosotros controlándolo a Él!), ha decidido trabajar con nosotros, a nuestro lado, al limite que permitimos. Esto se ve en dos maneras diferentes:
- En Jesús, Dios vivió esta vide imperfecta e injusta con nosotros. Experimentaba lo peor que la humanidad puede ofrecer, incluso una muerte muy dolorosa y injusta. Entonces, sea en medio de una zona de guerra (como Ucrania) o dentro de nuestras luchas cotidianas, experimentamos no a un Dios que milagrosamente resuelva todos nuestros problemas, sino un Dios que está con nosotros, que ve todo lo que nos pasa, y que lo entiende. Es el regalo del compañerismo y el entendimiento. Y cuando juntamos a eso su victoria sobre la muerte, es el don de la esperanza y la habilidad de perseverar en medio de nuestras tribulaciones. Al final, Dios ganará, y se servirá la justicia. Hay momentos cuando eso no parece suficiente y pensamos que Él debería hacer más. Pero hay un sinnúmero de cuentas de personas que han experimentado el consuelo profundo que viene de la presencia de Dios en medio de nuestras circunstancias, y la certeza que Él traerá la justicia en el momento correcto. La gente de Ucrania no está abandonada. Dios está ahí con ellos, y llevará la justicia y la paz en el momento correcto.
- En la misma manera en que Dios nos dio este mundo para desarrollarlo y gobernarlo, también nos llama a ser sus manos y voz en el mundo. No nos controla, ni interviene en la mayoría de situaciones, pero ofrece caminar con nosotros mientras que nosotros afrontamos la injusticia de este mundo. Eso es más evidente a través de la iglesia (aunque imperfectamente), donde Dios da a su Espíritu a su gente para obrar y hacer Su voluntad. Pero también se ve fuera de la iglesia, donde personas responden a la revelación general que Dios les ha dado y el hecho de ser creado en su imagen, y hacen las buenas obras que Él desea. La respuesta de Dios a la injusticia no es resolver el problema milagrosamente, sino llamarnos a responder de manera adecuada. Nos creó por este propósito, y desea caminar con nosotros mientras que hacemos nuestro trabajo.
Al final del día, aunque lucho a veces con la pregunta de “¿por dónde está Dios?” y el deseo de verlo resolver todo, continuamente llago a la conclusión que Dios está presente en cada situación. Y aunque interviene mucho menos de lo que deseamos, siempre podemos pedirle a hacerlo! A veces sí, se interpone en nuestra situación. Y mientras tanto, Él está con nosotros – cada uno de nosotros, lo creamos o no – y nos está devolviendo la pregunta: “Este es tu mundo, mi regalo a ti. ¿Por dónde estás tú en medio de lo que está pasando? ¿Cómo estás tú ayudando? Estoy contigo, entonces, a ver qué podemos hacer juntos!”
Que Dios nos guía en nuestra respuesta a la situación en Ucrania.
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