Ucrania: La injusticia y la aparente ausencia de Dios

Ucrania: La injusticia y la aparente ausencia de Dios

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Tengo que confesar que el ataque por Rusia contra Ucrania me ha impactado un poco más que las otras guerras que han ocurrido en el mundo. Una parte, sin duda, es la influencia de Ucrania en mi vida – muchos de Ucrania se establecían en mi parte de Canadá (cerca de Edmonton) en el tiempo de los pioneros y hay mucha influencia de su cultura ahí. Probablamente otra parte tiene que ver con la relación cercana que Canadá ha tenido con Europa a través de los últimos 2-3 siglos, especialmente las Guerras Mundiales y la Guerra Fría. Me hace sentir un poco mal que no he sentido tan afectado por otras guerras, que seguramente eran tan terribles como esta, pero a la misma vez, creo que es normal ser más impactado por eventos que son más relacionados con tu historia.

Pero probablamente una de las razones por la sacudida que muchos estamos experimentando es la injusticia flagrante de la situación. Aunque Putin puede dar sus razones por la invasión (naciones juntándose con OTAN y la amenaza que “Rusia” (mejor dicho, Putin) siente por eso), sus razones parecen muy débiles y sin sentido. Nunca he visto indicaciones que OTAN quiso amenazar o atacar a Rusia. Creamos lo que creamos sobre ese punto, no creo que la mayoría de gente pueda entender qué, exactamente, Ucrania había hecho para merecer una invasión. Parece nada más un deseo por poder a parte de Putin.

Pensando en eso, mi mente y mi corazón se extienden a los ciudadanos de Ucrania que están sufriendo por este conflicto: cientos de miles, y ahora miles de miles, huyéndose del país debido a la guerra; otros que ni tienen esa opción; la falta de acceso a comida, agua, y recursos necesarios para sobrevivir; y los ataques aparentemente intencionales a los ciudadanos en vez de blancos militares. La situación parece ser completamente innecesaria y injusta, y mi corazón clama por la resolución y con un deseo de ver a Dios resolver la situación – a levantarse para proteger a los débiles y indefensos, un tema que vemos mucho en la Biblia.

Situaciones como esta nos puede generar dudas en cuanto a nuestra fe. “¿Por dónde está Dios en esta situación?” Este es el tipo de evento que causa que muchos duden si Dios aun existe. Como muchos han dicho en el pasado sobre otras situaciones malvadas, “Si de veras existe un Dios omnipotente y lleno de amor, ¿cómo podría Él permitir que algo así pase?” ¿Cómo puede Él solamente mirar mientras que un dictador se vuelve frenético y envía a su ejército a invadir a un país esencialmente inocente, con el resultado que miles de personas mueren? Sentimos ese conflicto interno – por un lado rogándole a Dios a intervenir, por el otro, creyendo que no lo va a hacer y preguntándonos si aun existe. Y este sentimiento no solamente viene debido a la guerra reciente. Lo sentimos en medio de muchas situaciones que tenemos que enfrentar en la vida, tanto grandes como pequeñas. La enfermedad, accidentes, tragedias, la muerte, corrupción, la injusticia, destrucción… A veces sentimos que estamos rodeados por le maldad y la injusticia, y hace que anhelemos por la salvación de Dios… o desesperémonos que aun existe. 

Entonces, ¿cómo reconciliamos la injusticia de la vida con la proclamación de un Dios de amor?

Uno de los ejercicios más impactante para mí en este respeto ha sido preguntarme, “¿Qué pudiera haber hecho Dios para que no pasara esta situación?” Si pensamos en la guerra presente, Dios pudiera haber….

  • causado todas las armas de los rusos a no funcionar
  • hecho algo para que el ejercito no pudiera entrar en Ucrania (de repente, nadie tiene gasolina!)
  • destruido el ejercito ruso antes de poder atacar (como hizo Dios en Isaías 37)

Si vamos más atrás en el tiempo, Dios pudiera haber:

  • prevenido que Putin aun tuviera esa idea
    • quitado a Putin de su posición de alguna manera (una revolución, asesinato, la muerte)
    • dado diferente consejo a través de sus consejeros.

O, si vamos por otra dirección, Dios podría defender a los ucranios por…

  • enviar ángeles para guiarlos a un lugar seguro (como hizo con Pedro en Hechos 12)
  • proveer un “escudo de protección” para protegerlos (como en Daniel 3)
  • resucitar a los muertos y sanar a los heridos (como en el ministerio de Jesús o Pablo)

Probablamente hay muchas otras maneras por las cuales Dios puede corregir esas injusticias, pero mi realización es esta: Para terminar con la injusticia, Dios tendría que intervenir directamente de alguna manera, o por completamente subyugar (a fuerzas) o ignorar la voluntad de uno o más individuos, o por prevenir que pasen los resultados normales de las acciones de alguien, con el fin de hacer que sus elecciones/acciones son completamente irrelevantes. Si hablamos de todas las injusticias que experimentamos, Dios tendría que controlar cada aspecto de la humanidad. Seríamos nada más que juguetes de Dios. Podemos tener libre albedrío o podemos tener la justicia perfecta, pero no podemos tener los dos al mismo tiempo.

Pero ¿no creemos que Dios obra en el mundo?

Esto hace que surja una pregunta. ¿Qué decimos sobre el hecho que Dios sí ha intervenido en la historia de la humanidad, como las referencias que hice arriba? Como cristianos, declaramos que Dios contesta las oraciones y sigue haciendo milagros. A veces, la enfermedad se sana, la injusticia se rectifica, y ocurren los milagros. ¿Cómo podemos entender o explicar que Dios interviene a veces, pero no lo hace en otras ocasiones?

Creo que hay cuatro factores que impactan nuestro entendimiento de cómo Dios trabaja en el mundo.

Primero, necesitamos entender la relación entre Dios y el mundo. Dios creó este mundo para nosotros, y nos dio a nosotros la responsabilidad de gobernar y desarrollarlo (Génesis 1:26-30). Creo que podemos argumentar que era la intención de Dios que lo hiciéramos con sus asistencia (por ejemplo, Dios le trajo a Adán los animales para ponerles nombres). Pero Adán y Eva rechazaron ese arreglo para tomar su propio camino. El resultado es que la humanidad está gobernando el mundo sin la guía de Dios, y estamos tomando todas las malas decisiones que acompañan aun nuestras mejores intenciones. Para decirlo de otra manera, es como Dios tomó un paso hacia atrás para darnos la libertad que deseábamos. Me parece que por lo general, Dios no interviene directamente en nuestras vidas. Aun si tomamos en cuenta todas las historias en la Biblia y los reportes que escuchamos o vemos de milagros, la gran, gran mayoría de la vida se gobierna por nosotros mismos, tomando nuestras propias decisiones sin la influencia o intervención de Dios. Eso es lo que hemos deseado.

El segundo factor es el plan general para la humanidad. Cuando leemos la Biblia, parece que la humanidad no va a existir para siempre. En algún momento, la vida humana va a terminar (probablamente debido a nuestras propias acciones). Hay mucho debate entre cristianos sobre exactamente cómo será ese fin, pero parece que es el caso. Y a través de la Biblia, vemos que Dios está armando y avanzando un plan para rescatar (salvar) el mayor número posible – empezó por a Abraham, lo desarrolló en la nación de Israel y por fin envió a Jesús. Parece que está obrando en la historia para que, cuando termine todo, lo mayor número posible entren a la vida y no a la muerte. Como parte de su plan, parece que Él interviene a veces para avanzar ese plan. No es control directo, pero está guiando la historia de la humanidad para evitar las consecuencias peores y abrir el mayor número de puertas posibles para salvar el mayor número de personas posibles. Es similar a la manera en que nosotros, como padres, guiamos a nuestros hijos por los mejores caminos posibles – a veces directamente, a veces sutilmente.

El tercer factor es similar, pero en un nivel más personal. Dios desea que cada individuo se acerque a Él y sea transformado en su imagen, para ser la persona Él los creó a ser. A veces, hay intervención divina en la vida de una persona o un grupo para cumplir este propósito – respuestas a las oraciones, sueños y visiones, curaciones u otros actos milagrosos, etc. Pero el opuesto es también cierto – que a veces Dios no se interpone por el mismo propósito: ayudar a alguien en su crecimiento personal, su entendimiento de Él, y para confiar más en Él. Por lo general, Dios confía que la guía que nos ha dado en la vida (su revelación en la naturaleza, nuestra conciencia, revelación específica a través de la Biblia) es suficiente para guiarnos hacia Él, pero a veces interviene directamente.

El factor final es tal vez la clave a todo. Dios es una persona, no una “fuerza” o un principio intelectual o matemático. Eso significa que no siempre hay una manera clara para identificar por qué Dios interviene un ciertas situaciones, y no en otras. No hay una “formula secreto” que hace que Dios conteste nuestras oraciones de la manera que queremos. No es que Dios sea caprichoso, lanzando milagros por aquí y por allá al azar, o escogiendo a algunos como sus favoritos. Solamente significa que Él tiene una perspectiva mucho más amplia que la nuestra, y muchas veces no la vamos a entender. Vemos una situación y pensamos, “Si Dios solamente interviniera aquí, yo lo alabaría, y la gente lo amaría, y todo sería mejor!” Pero Dios sabe mejor. Pues, mira a Jesús. Él hizo buenas obras constantemente, y su recompensa no era el elogio de la gente y alabanza a Dios, sino el rechazo, la traición, y la crucifixión. Entonces, cuando pensamos que nosotros u otros alabaríamos a Dios si Èl tan solo hiciera un milagro, entonces nos estamos decepcionando sobre la naturaleza verdadera de la humanidad. Dios sabe mejor que nosotros cuándo intervenir y cuándo no. Y por lo general, parece que no lo hace mucho, de acuerdo con el deseo de Adán y Eva – y, para ser honestos, nosotros también.

Un Regalo Diferente

Dios ha escogido relacionarse con la humanidad de una manera muy diferente de lo que esperamos. En vez de controlarnos completamente, o darnos todo lo que deseamos (nosotros controlándolo a Él!), ha decidido trabajar con nosotros, a nuestro lado, al limite que permitimos. Esto se ve en dos maneras diferentes:

  1. En Jesús, Dios vivió esta vide imperfecta e injusta con nosotros. Experimentaba lo peor que la humanidad puede ofrecer, incluso una muerte muy dolorosa y injusta. Entonces, sea en medio de una zona de guerra (como Ucrania) o dentro de nuestras luchas cotidianas, experimentamos no a un Dios que milagrosamente resuelva todos nuestros problemas, sino un Dios que está con nosotros, que ve todo lo que nos pasa, y que lo entiende. Es el regalo del compañerismo y el entendimiento. Y cuando juntamos a eso su victoria sobre la muerte, es el don de la esperanza y la habilidad de perseverar en medio de nuestras tribulaciones. Al final, Dios ganará, y se servirá la justicia. Hay momentos cuando eso no parece suficiente y pensamos que Él debería hacer más. Pero hay un sinnúmero de cuentas de personas que han experimentado el consuelo profundo que viene de la presencia de Dios en medio de nuestras circunstancias, y la certeza que Él traerá la justicia en el momento correcto. La gente de Ucrania no está abandonada. Dios está ahí con ellos, y llevará la justicia y la paz en el momento correcto.
  2. En la misma manera en que Dios nos dio este mundo para desarrollarlo y gobernarlo, también nos llama a ser sus manos y voz en el mundo. No nos controla, ni interviene en la mayoría de situaciones, pero ofrece caminar con nosotros mientras que nosotros afrontamos la injusticia de este mundo. Eso es más evidente a través de la iglesia (aunque imperfectamente), donde Dios da a su Espíritu a su gente para obrar y hacer Su voluntad. Pero también se ve fuera de la iglesia, donde personas responden a la revelación general que Dios les ha dado y el hecho de ser creado en su imagen, y hacen las buenas obras que Él desea. La respuesta de Dios a la injusticia no es resolver el problema milagrosamente, sino llamarnos a responder de manera adecuada. Nos creó por este propósito, y desea caminar con nosotros mientras que hacemos nuestro trabajo.

Al final del día, aunque lucho a veces con la pregunta de “¿por dónde está Dios?” y el deseo de verlo resolver todo, continuamente llago a la conclusión que Dios está presente en cada situación. Y aunque interviene mucho menos de lo que deseamos, siempre podemos pedirle a hacerlo! A veces sí, se interpone en nuestra situación. Y mientras tanto, Él está con nosotros – cada uno de nosotros, lo creamos o no – y nos está devolviendo la pregunta: “Este es tu mundo, mi regalo a ti. ¿Por dónde estás tú en medio de lo que está pasando? ¿Cómo estás tú ayudando? Estoy contigo, entonces, a ver qué podemos hacer juntos!”

Que Dios nos guía en nuestra respuesta a la situación en Ucrania.

No pierdan el camino!

No pierdan el camino!

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Este post no es igual a la versión inglés porque la situación Latinoamericana la veo diferente que la de América del Norte. En varios contextos, he visto a latinos deseando imitar la situación social y política de Canadá y los Estados Unidos, pero no creo que sea el camino mejor para la iglesia o cristianos.

En Canadá y los Estados Unidos, la iglesia se ha metido de varios grados en la política y el activismo social. Las razones son entendibles – estamos rodeados con problemas y deseamos profundamente ver cambios. Imaginamos sociedades más justas y pólizas mejores que podrían beneficiar a nuestras entidades, sociedades, y países. Y con la Biblia y las enseñanzas de Cristo, creemos que tenemos la mejor guía posible para la sociedad. El deseo es ayudar a todos – y hacer cambios legales y sociales parece ser la mejor manera para lograrlo.

Sin embargo, es necesario preguntar si el activismo social o participación en la política es el trabajo principal de los cristianos. ¿Qué aprendemos de las Escrituras?

En el Antiguo Testamento, vemos la historia de la nación de Israel. Dios llama a Abraham, y de él, poco a poco, crece a una nación. Por Éxodo, vemos a los Israelitas saliéndose de Egípto y entrando en la Tierra Prometida (aunque no llegan hasta el libro de Josué), formando la nación de Israel. En el camino, Dios les da leyes y regulaciones tanto para alabarlo como para convivir como nación de manera correcta. Dios mismo va a ser su cabeza, su líder. Entonces tenemos el mejor líder posible dándoles instrucciones claras sobre cómo vivir. Y ¿qué pasó?

Fue un fracaso completo.

Los Israelitas nunca lograron vivir de acuerdo con las leyes de Dios. Aunque tenían su “época de oro” con David y Salomón, donde dominaron la región por un tiempito, aun así nunca vivían de manera correcta como Dios les había enseñado. Aun con el líder mejor que se puede imaginar (Dios) y regulaciones rectas, no tenían el éxito que uno imaginaría. Fue un ejemplo de la imposibilidad de guiar una nación por el buen camino a través de las regulaciones, la política, y pólizas sociales. Creo que Dios lo hizo a propósito para mostrar que necesitamos más que leyes y poder – necesitamos un corazón cambiado.

Llegando al Nuevo Testamento, el ministerio de Jesús y de los primeros apóstoles (sobre todo Pablo) era muy diferente. Jesús nunca intentó tomar poder dentro de la nación de Israel o a derrocar los romanos. Ni imponía pólizas de gobernación, ni buscaba cambios sociales. Y el ministerio de Pablo era igual. Su enfoque era predicar el Reino de Dios y mostrarlo a individuos (sí, predicaban a grupos a veces, pero la aplicación siempre era personal – predicaban sobre cómo cada individuo debería vivir, no cómo la sociedad debe cambiar). Era un mensaje personal, no social.

En varios cursos que he tomado en el seminario, (completamente con compañeros latinoamericanos), he escuchado estudiantes y profesores hablando de la necesidad de cambiar su sociedad y sus leyes, y de la necesidad de la iglesia a involucrarse en la política y el activismo social. El problema es que no veo evidencia de esto en la Biblia, y creo que ha sido un desvío peligroso en los países donde lo han hecho – como Canadá y los Estados Unidos. No digo que nunca han lograda nada – seguramente unas leyes propuestas y implementadas por cristianos han sido buenas por la sociedad. Sin embargo, las leyes nunca avanzaron el reino de Dios. O sea, la sociedad puede ser más justo, y eso es bueno, pero si no va acompañado por corazones cambiados por Dios, ¿de que se vale?, y ¿cuánto tiempo va a durar? Como Jesús dice, de que sirve ganar el mundo y perderse el alma (Mat. 16:26)? Es otro contexto, pero aplica – podemos cambiar la sociedad pero perder a la gente.

Entonces ¿cómo abordamos el tema de activismo social y la política? Primero, mantengamos lo primero, primero. Nuestro rol, como la iglesia y cristianos, es invitar a personas a restaurar su relación con Dios. Somos los únicos que pueden hacer este rol, y no lo podemos negar. Eso es lo que me preocupa mucho – no necesariamente que los cristianos se involucran en la política o en el activismo social, sino que lo ven como el rol principal de los cristianos, o lo ven como el meta del cristianismo. No lo es – vamos a rectificar algunas cosas, y otros van a tomar su lugar. En la misma linea que indicó Jesús cuando dijo que siempre vamos a tener los pobres entre nosotros (Mat. 26:11), también siempre vamos a tener la injusticia, la corrupción, y diferentes problemas. Nuestro primer enfoque no es la política o buscar mejorar la sociedad, sino construir el Reino de Dios por proclamar (a individuos) el evangelio y mostrarlo (a individuos) por nuestro amor.

Solamente después de eso, como ciudadanos de nuestro país o region, podemos enfocar en los cambios sociales. Y siempre lo hacemos muy conscientes de los limites de esos cambios, para no enojarnos. No resultan en el crecimiento del Reino de Dios. Nunca vamos a llegar a una sociedad perfecta. Muchos cristianos parecen poner toda su confianza o su esperanza en la política o en lograr cambios sociales, y no en Dios y su Reino. Podemos promocionar buenas pólizas y leyes, pero siempre con la paz que, cambie o no la sociedad, somos partes de un Reino mejor y al final de cuentas, es el Reino de Dios lo que va a durar, no nuestra sociedad.

Entonces, mi mensaje sencilla por la iglesia (sobre todo los pastores) y todos los cristianos se resume por lo que dice Jesús en Mat. 6:33 – “Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas le serán añadidas.” Este es nuestro primer enfoque – la proclamación y la muestra del Reino de Dios. Todo lo demás viene en el segundo lugar – y eso muy distante.

La vida, la muerte, el cielo y el infierno

La vida, la muerte, el cielo y el infierno

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Este post es la septima parte de una serie que se llama “fe sencilla” que tiene el propósito de destacar los conceptos sencillos de la fe cristiana. Se puede ver los primeros posts por los siguientes enlaces:  Fe sencilla,  DiosLa BibliaEl pecado y la muerte,  Jesús, y Viviendo la vida cristiana.

La foto arriba es de mí con mi tercer hijo cuando nació (hace más de una década).

La última parte en esta serie sobre fe sencilla toca el asunto de qué nos pasa después de la muerte. Este es un tema increíblemente complejo, en gran medida porque no tenemos una manera objetiva para estudiar la vida ultratumba para tener certeza científica sobre lo que viene. Nuestras ideas se basen solamente en lo que revela la Biblia y las interpretaciones de esa información. También es un tema bien difícil por nuestra reacción negativa al concepto del infierno. De hecho, son estas cosas que han hecho este post muy difícil a escribir. Este es probablamente la quinta o sexta versión.

El concepto sencillo que quiero explicar es lo siguiente: Tenemos esperanza de vida eterna en vez de la muerte. Esto tal vez parece como una manera extraño para abordar este tema. No menciono el concepto del cielo y el infierno, ni los conceptos de castigo o recompensa. Lo hago con intencionalidad. Tanto como podríamos especular sobre esos conceptos, creo que la Biblia principalmente ofrece un contraste entre la vida y la muerte, con el cielo y el infierno siendo símbolos de estos conceptos (y por decir “símbolos”, no quiero implicar que no existen). Entonces ¿qué podemos decir sobre la vida ultratumba?

En un nivel, es muy sencillo. En su forma más sencilla, pedemos decir que los malvados serán castigados y los buenos recompensados. A los malvados, se les impondrán el castigo y/o la destrucción eterna, mientras que los justos recibirán vida. Es tan sencilla. Sin embargo, es difícil dejarlo ahí – siento la necesidad de examinar cómo llegamos a esa conclusión.

  1. Dios es el Dador de Vida. Él nos creó y nos dio la vida, y Él también la sostiene en cada moment. Este tema de la vida corre por toda la Biblia.
  2. El pecado es esencialmente la destrucción de lo bueno y de la vida que Dios creó. Cuando pecamos, permitimos que la destrucción y la muerte entren en el mundo y en nuestra vida. Dejados a nuestros propios méritos, aun si luchamos contra el pecado, eventualmente nos destruirá.
  3. Jesús vino a este mundo para cumplir varios propósitos: Primero, tomó el castigo que el pecado merece; segundo, destruyó la muerte a través de su vida perfecta y su resurrección; y tercero, permitió que fuera posible tener una relación con Dios a través del Espíritu Santo. Esto nos conecta directamente al Dador de la Vida, y eventualmente nos permitirá ser cambiados después de la muerte. Por aceptar a Jesús, estamos proclamando que odiamos el pecado y la maldad de este mundo y dentro de nosotros mismos, y que queremos ser salvados y cambiados. Después de la muerte, Dios completará este cambio – comoquiera que parezca eso.
  4. Aun en el Nuevo Testamento, y aun en las obras del Apóstol Pablo (el que proclama salvación solamente por la fe), las Escrituras nos dicen continuamente que Dios mira a nuestro corazón y que nos juzgará por nuestras obras. Esto no contradice, yo creo, la obra de Cristo. Creo que es una simplificación que toma en cuenta la realidad que muchos nunca escucharán de Jesús, o que son malinformados sobre él. Dios nos juzgará basado en lo que sabemos (el poder de Dios visto en la naturaleza, nuestro entendimiento de la moralidad, etc.) y si hemos respondido a eso en fe (creyendo y viviendo de acuerdo con lo que hemos entendido) o si hemos negado esa revelación para poder vivir como rey de nuestra propia vida. Pero todavía es solamente Jesús que pagó el precio por nuestros pecados, y Jesús que restaura nuestra relación con Dios y quien nos salva. Y todavía somos salvos solamente por la fe –  aun si esa fe es muy incompleta. Y necesito enfatizar que aunque me parece probable que podemos ser salvos aun sin conocer a Jesús, me parece muy, muy peligroso conocer de Jesús y no aceptarlo. Si él es el camino revelado por Dios y lo rechazamos, estamos diciendo, más o menos, que no necesitamos su ayuda para obtener vida eterna, o que somos lo suficientemente bueno para ser salvos. Es una manera de rechazar a Dios y decir que queremos seguir nuestros propios caminos – un asunto poco aconsejable.
  5. Al final de cuentas, es Dios quien nos juzga. Él no es un tirano cruel tomando decisiones al azar. Él es un Padre y Rey quien revela lo que realmente existe en nuestro corazón y responde con gracia y amor a los que buscan y desean lo bueno, y con enojo e ira a los que lo rechazan a Él y sus caminos, prefiriendo buscar solamente su propio poder, control, beneficio y deseos. Espero que sea muy obvio por qué personas así no son bienvenidos en el cielo. Muy rápidamente convertirían el cielo a un mundo tan malo como el presente mundo. También es importante notar que muchos que buscan solamente su propio camino parecen ser buena gente, pero lo que vive bajo la superficie no es tan bonito. De la misma manera, algunos parecen muy feos, tal vez por su crianza, su falta de educación, o malas circunstancias en su vida, pero honestamente desean lo bueno. Por eso dejamos que Dios juzgue!
  6. El cielo se presenta como el lugar de la vida. Todo es bueno, no hay pecado, Dios está presente, y existe de nuevo el árbol de la vida, además de muchos otros imágenes de vida. Es el lugar por el cual Dios nos creó. Por los que reconocen a Dios como su Rey y su Padre, será glorioso. Pero muchos nunca van a estar dispuestos a hacer esa confesión de fe. Por ellos, el cielo sería el infierno, y ellos lo harían terrible por todos los demás.
  7. El infierno se presenta con términos como la oscuridad, crujir de dientes, llantos y destrucción. Es difícil entender si deberíamos entender esas ideas literalmente (como ha sido común en la historia de la iglesia) o si es mejor entenderlas figurativamente. Algunos versículos enfatizan el concepto de castigo eterno (p.e. Mateo 25:41, Apocalipsis 19:20, 20:10-15), mientras que otros enfatizan el concepto de destrucción permanente (p.e. Mateo 10:28, 2 Tesalonicenses 1:6-9). Tal vez es una combinación de los dos – un castigo que eventualmente lleva a la destrucción a través del poder destructivo del pecado. Hay mucho debate sobre la naturaleza del infierno, con pocas conclusiones firmes. Pero el punto principal es que los que están en el infierno no son pobres inocentes que están rogando que Dios les muestre misericordia, sino los que han puesto su corazón en contra de Dios. No estarán rogando por entrar en el cielo, porque no quieren estar con Dios. Y si están rogando entrar, sería solamente para poder vivir por su propio placer y para convertirlo en su propio reino, no para trabajar con Dios para crear algo bonito.

Creo que eso cubre todo. Después de todo eso, regresamos al concepto sencillo – que los buenos serán recompensados y los malvados serán castigados. Los que buscan a Dios y la vida, los encontrarán. Los que buscan sus propios caminos y siguen los caminos de la muerte también encontrarán lo que buscan. Y aunque Dios parece dispuesto a juzgar a las personas por lo que saben, desea sinceramente que todos conozcan a Jesús – el que conquistó la muerte para regalarnos la vida, el que tomó el castigo por nuestros pecados, el que nos ofrece una relación con Dios. Él es nuestro salvador, y el único que hace la vida eterna posible. Por él tenemos esperanza de la vida eterna en vez de la muerte.

Viviendo la vida cristiana

Viviendo la vida cristiana

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Este post es la sexta parte de una serie que se llama “fe sencilla” que tiene el propósito de destacar los conceptos sencillos de la fe cristiana. Se puede ver los primeros posts por los siguientes enlaces:  Fe sencilla,  Dios, La Biblia, El pecado y la muerte, y Jesús.

“Soy un cristiano”. Esta declaración suena tan sencilla, pero puede tener diferentes significados por diferentes personas, algo que causa confusión. Uno quiere decir nada más que se ha crecido en una cultura cristiana y no es un budista o musulmán. Otro está tratando de diferenciarse de los católicos. Otro la está utilizando para hablar de su estilo de vida – sus razones para participar o no en ciertas actividades. Otros casi lo usan como un arma – un método para criticar, juzgar o atacar a otros. Con los usos diversos, puede ser una expresión confusa.

Entonces, ¿cómo cortamos toda la complejidad para llegar al corazón del cristianismo y qué significa ser un cristiano? Si miramos históricamente al concepto de la palabra, ser un cristiano significaba, sencillamente, ser un seguidor de Cristo. Eso captura mucha de la idea detrás del término, pero yo he decidido usar la siguiente frase para capturar el significado: Vivimos en relación con Jesús. Pero, ¿qué significa esta frase?

Creo que hay dos conceptos subyacentes que nos ayudan a entender la frase, y algunas prácticas importantes que nos pueden ayudar a vivirla. Pero al final, quiero agregar un testimonio personal de cómo se ve esto.

El primer concepto subyacente es esto: Ya que Jesús se resucitó de entre los muertos y fue al cielo para estar con Dios, él está vivo y puede guiar y interactuar con nosotros. Hablamos de los detalles prácticos de este concepto en un momento, pero cuando reducimos el cristianismo a solamente normas y reglas en vez de una relación, perdemos el aspecto interactivo que está en el centro del cristianismo. El cristianismo se trata de una relación, no de reglas.

El segundo concepto es que somos unidos con Dios (y Jesús) a través del Espíritu Santo. La Biblia nos enseña que cada persona que entra en un pacto (una relación) con Dios recibe el Espíritu Santo. Este Espíritu, alternativamente llamado el Espíritu de Dios o el Espíritu de Cristo, es quien nos permite a conectar con Jesús e interactuar con él.

Pero ¿cómo se ve esto a nivel práctico? Hay ciertos hábitos sencillos que han sido fundamentales para los cristianos a través de la historia. Las formas de estas prácticas son diferentes en diferentes culturas y tiempos, pero alguien que quiere vivir en relación con Cristo regresará a estas prácticas vez tras vez. Son tan sencillas que casi parecen aburridas o demasiado fáciles, pero la habilidad que tienen para impactar la vida son tan significante que nunca deben ser despreciadas.

  1. Leer la Biblia – Los cristianos siempre han creído que Dios puede hablar a nosotros, y que el método principal en que lo hace es a través de la Biblia. Creemos que el Espíritu Santo guió los autores de las Escrituras a escribir lo que necesitamos para conocer a Dios y vivir nuestra fe. También creemos que el mismo Espíritu Santo nos habla a través de esas palabras. Aunque el Espíritu nos puede hablar de muchas diferentes maneras (“susurros bajos” o sentimientos suaves, circunstancias, sueños, visiones, y aun una voz audible a veces), se nos dio la Biblia para ser la guía estable que nos ayuda a evaluar todos los otros métodos de escuchar el Espíritu Santo. Y he descubierto que entre más alguien acepta la Biblia como la Palabra de Dios y la toma en serio (cuando dice perdonar o amar a tu prójimo, lo hagas!), más refleja su vida el carácter y la persona de Jesús.
  2. Orar – La oración es un método dado a nosotros para escuchar a Dios y hablar con Él. Si creemos en tener una relación con Jesús, entonces la interacción es importante. Por supuesto, Dos sabe todo de nuestra vida, pero cuando oramos, intencionalmente perseguimos una relación con Él. Hay muchas diferentes formas de orar, pero el corazón de este hábito es el valor de interactuar con Dios.
  3. Reunir – Los cristianos siempre han reunido para alabar a Dios y crecer en su fe. Hay dos maneras principales para reunirse. La primera es en un grupo large, casi siempre los domingos, para alabar a Dios juntos, aprender y convivir. El formato puede variar mucho, pero el propósito es más o menos igual. La segunda manera de reunirse es en un grupo más pequeño, a menudo entre semana. Este formato sirve muy bien para personalizar las enseñanzas y aplicarlas a la situación particular de los individuos. Es una manera excelente de escuchar la voz de Dios a través del consejo de otros, y también de animarse los unos a los otros, desafiarse en crecimiento, y buscar juntos la voluntad de Dios. 
  4. La Obediencia – Por supuesto, el propósito final de estas prácticas es vivir de la manera que Dios quiere que vivamos – tanto en general como en situaciones particulares donde él nos pide a hacer algo para bendecir y ayudar a otros. Leemos la Biblia, oramos, y nos reunimos para que podamos aprender a vivir como la gente de Dios y ser su representantes aquí en el mundo. Nuestra relación con Cristo debe tocar cada aspecto de nuestra vida – el trabajo, el ocio, la familia, las amistades, los pasatiempos, etc. Deseamos honrar a Dios por obedecerlo.

Pero seamos honestos – todo eso suena muy aburrido. Vamos a la iglesia, oramos, y leemos la Biblia. ¿Por dónde está la aventura? La aventura viene cuando realmente empezamos a implementar la parte de la obediencia. Por nosotros como familia, esto ha significado dejar nuestra vida cómoda en Canadá para ir a Costa Rica, y luego México, para servir en iglesias allá. La foto vinculado con este post es nuestra familia de paseo en un pueblo minera en México. El proceso de obedecer a Dios ha sido una aventura, ¡por no decir otra cosa!

Por supuesto, la mayoría no va a dejar su tierra natal para servir a Dios en otro país. Pero todos tenemos el llamado de ser obediente a Dios. Esto significa que no solamente oramos, leemos la Biblia y asistimos a la iglesia – significa que actuamos. Significa que salimos de nuestra zona de confort y amamos a otros como Jesús nos mostró. Significa que vamos a nuestro trabajo, pero también que oramos por nuestros compañeros de trabajo y les mostramos el amor de Jesús. Significa que llenamos nuestro tiempo libre no solamente con los pasatiempos divertidos, sino también con actividades que serán una bendición a otros. Significa que nos ofrecemos como voluntarios en el banco de comida, que visitamos a vecinos enfermos, que oramos con personas pasando por dificultades, que damos la bienvenida a los migrantes, que donamos dinero no solamente a la iglesia, sino también a otras organizaciones que necesitan ayuda. También significa escoger la disciplina y el servicio sobre las libertades y derechos en nuestra vida. Significa hacer sacrificios para seguir a Dios – sea construir un matrimonio fuerte en vez de involucrarnos en la pornografía or relaciones de corto plazo, o invertir más tiempo y energía en las vidas de tus niños, o trabajar menos para poder invertir en otras actividades (de Dios o de la iglesia), o enfrentar los pecados o traumas de tu vida para convertirte en la persona que Dios quiere que seas. Por eso yo enfoqué más en  vivir en relación con Jesús. Es más que solamente ir a la iglesia y orar y leer la Biblia. Es vivir en a vida respondiendo a lo que Jesús nos dice. Y por ahí está la aventura.

Entonces, ahí está. Aunque es un desafío vivir como un cristiano, a la misma vez es muy sencillo. Vivimos en una relación con Cristo, escuchando su voz y tratando de obedecer lo que él nos dice y seguir dónde nos guía. Somos cristianos – seguidores de Cristo que viven en relación con él.

Jesús

Jesús

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Este post es la quinta parte de una serie que se llama “fe sencilla” que tiene el propósito de destacar los conceptos sencillos de la fe cristiana. Se puede ver los primeros posts por los siguientes enlaces:  Fe sencilla,  Dios, y La Biblia, y El pecado y la muerte.

Nota: Escogí la foto arriba porque muestra una imagen “tradicional” de Jesús y un modelo de cómo se probablamente veía a Jesús basado en las características estándares de la gente semítica de esa época. A veces tengo problemas con la imagen “perfecta” (y muy caucásico) de Jesús que usamos. Este no es el enfoque de este post, pero me parece interesante. Por una descripción breve de cómo se probablamente veía Jesús, y cómo se vestía, etc., se puede leer este artículo breve de la BBC.

En esta parte de la serie de “fe sencilla”, llegamos al corazón del cristianismo – la persona y la obra de Jesús. 

Las opiniones en cuanto a Jesús son muchas y variadas. Cristianos dicen que él es divino – el hijo de Dios. Otros creen que era una persona histórica, pero sus opiniones varían mucho desde ahí – un místico espiritual? un maestro de sabiduría (un sabio)? un obrador de milagros? un profeta o maestro que fue malentendido por sus seguidores, quienes “mejoraron” sus enseñanzas y historias para hacerle el hijo de Dios? Hay muchas opiniones. Aun hay un grupo (aunque pequeño) que declara que él nunca existió.

Con todas estas perspectivas diferentes, puede ser muy complejo entender quién es Jesús. Hay un sinnúmero de tomos y cantidades inmensas de tinta usada para tratar de explicarlo. Pero también puede ser muy sencillo entender quién era Jesús. Lo he dicho así: Dios se hizo humano en la persona de Jesús para pagar el precio por nuestros pecados y restaurar nuestra relación con Dios. Examinamos esta idea brevemente.

¿Una vez has mirado a un animal, tal vez un perro, y deseado comunicarte con ello? Eso sería increíble. Definitivamente la manera más fácil para hacerlo sería convertirse en ese animal. Por hacer eso, podrías comunicarte con ello, y ello contigo. Aunque esta no es una analogía perfecta, básicamente, esto es lo que dice el cristianismo que pasó. Dios se hizo humano. Jesús era completamente humano – nació, creció, comía, dormía, caminaba por aquí y por allá, y eventualmente murió como cualquier otro humano.

Pero a la misma vez, era Dios, mostrado por lo que él hacía y decía. Lo vemos en varias maneras – uno piensa automáticamente en las curaciones que hacía, los demonios que echaba, y su control sobre la naturaleza. Pero aparte de esas cosas, también lo vemos haciendo otras cosas que pertenecen a Dios – perdonar los pecados, aceptar alabanza, declararse el Señor del sabbat, hablar como si sus palabras fueran más definitivas y autoritarias que las Escrituras judías (el Antiguo Testamento), referir a Dios como su Padre (en vez de “nuestro padres” como evidentemente hacían los judíos), etc. Y sus declaraciones en el libro de Juan son aun más definitivas – yo soy el camino, la verdad y la vida…, yo soy la resurrección y la vida…, yo soy el pan de vida.., el Padre y yo somos uno…, antes de que Abraham naciera, Yo Soy [el nombre judío por Dios]….

Y obviamente, hay la resurrección. Esta es el factor clave del cristianismo – el momento cuando Jesús mostró que era más que un profeta sencillo o un sabio. Claro, uno no puede evitar que la fe sea necesaria para creer que él resucitó, pero definitivamente es la explicación más sencilla por el surgimiento del cristianismo. Cualquier otra explicación nos requiere a ignorar o revisar los evangelios que tenemos (para eliminar la divinidad de Jesús) o crear otras teorías complicadas para explicar el nacimiento del cristianismo. Y aunque es obviamente difícil creer que alguien resucitó de entre los muertos, no es más difícil que creer que Dios existe o que él se hizo humano.

Pero no es solamente su existencia y naturaleza que son importantes. La ultima vez hablamos de que nuestros pecados tienen consecuencias. Aunque nos enfocamos principalmente en las consecuencias destructivas (internas y externas), también hay que mencionar que los pecados casi siempre traen alguna forma de castigo. Si un niño dice una mentira y sus padres se dan cuenta, lo van a castigar. Si un empleo roba de su compañía y sus jefes se enteran, va a ser castigado (probablamente despedido!). Y alguien que comete un crimen va a ir a la cárcel. Aunque el castigo inicialmente se dirige a corregir, eventualmente, si el problema no se rectifica o cambia, el castigo se convierte en algo permanente – sea la pérdida de una relación o el empleo, encarcelamiento de por vida o aun (en algunos lugares), la ejecución. No estoy argumentando a favor o en contra de cualquier forma de castigo, solamente estoy reconociendo lo que todos sabemos: el comportamiento malo tiene consecuencias – el castigo. Uno no puede permitir a alguien a seguir con su comportamiento malo sin corrección. Y si ellos niegan a cambiar, tarde o temprano, es necesario quitarles de tu presencia o de la sociedad. De igual manera, el cristianismo sostiene que nuestros pecados merecen ser castigados, que es completamente constante con nuestro sentido de justicia. Esperamos esto de nuestros padres o liderazgo, entonces ¿por qué no de Dios? Pero la buena noticia de Jesús es que él mismo, que no mereció el castigo, lo tomó por cada uno de nosotros.

De cierta manera, esto parece difícil de comprender, pero en la realidad, conocemos bien este concepto. ¿Quién no ha visto una película o leído una historia donde una persona se sacrifica o por el beneficio de otros? De la misma manera, conocemos el concepto de una persona aceptando el castigo por otro (algo muy similar). Aunque la regla general es que cada persona debería pagar por sus propios pecados, reconocemos que a veces, sobre todo cuando el pecado es demasiado fuerte, tanto el castigador como el sentido de juicio se puede satisfacer a través de alguien ofreciéndose a sí mismo de parte de otro, pagando la multa o aceptando el castigo.

Esto es lo que encontramos en la historia de Jesús. Por amor, él se ofreció para tomar nuestro castigo. Y Dios derramó su ira y su castigo sobre él. Al hacerlo, se sirvió justicia. Pero por tomar este castigo por sí mismo en la persona de Jesús, Dios fue tanto el castigador como el castigado. Hemos visto y entendido el amor de Dios, y también su ira hacia el pecado.

(Como nota aparte, pero una importante, la ira es la emoción apropiada hacia el pecado. Piensa en cómo nos reaccionamos como padres cuando uno de nuestros hijos nos desobedece, sobre todo si lastima a otro de nuestros hijos. Nos enojamos. El pecado destruye a nosotros, a otros, y a las relaciones que tenemos, y tenemos razón como padres enojarnos y castigarlos de manera apropiada. Igualmente, Dios expresó su disgusto hacia el pecado y derramó su ira sobre Jesús, también prometiendo ira en el juicio final en el futuro por los que no se arrepientan. Odiamos la idea de la ira cuando hablamos de Dios, pero estamos muy rápidos a vivenciar (y justificar!) la ira cuando otros nos ofendan a nosotros. ¡Exigimos la justicia! Croe que somos muy hipócritas exigir algo diferente de Dios.)

Entonces, ya que se ha servido la justicia, podemos entrar en una nueva relación con Dios. Dios siempre ha querido vivir en relación con nosotros, pero nuestro pecado ha interferido – ha servido como una barrera de culpa de nuestra perspectiva, y una barrera de justicia desde la perspectiva de Dios. Jesús quitó esas barreras. Se ha servido la justicia, y ahora podemos libremente entrar en la presencia de Dios con confianza porque alguien ha pagado el precio por nuestro pecado.

Tal vez esto se complicó de nuevo, entonces regresamos a lo sencillo. Dios. Se hizo humana en Jesús. Jesús restauró nuestra relación con Dios por quitar las barreras de justicia y culpa, levantándose de entre los muertos para mostrar que él tiene poder aun sobre la muerte. Entonces podemos vivir en una relación con Dios sin temor de castigo y la muerte, y con confianza en la promesa de vida eterna. En mi último post, concluí por decir que yo necesitaba ayuda con el problema del pecado. En este post, vemos que Dios proveyó la ayuda necesaria.

Y esa es la historia sencilla a que podemos agarrar en medio de un mundo complejo y pecaminoso.

El Pecado y La Muerte

El Pecado y La Muerte

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Este post es la cuarta parte de una serie que se llama “fe sencilla” que tiene el propósito de destacar los conceptos sencillos de la fe cristiana. Se puede ver los primeros tres posts aquí,  aquí, y aquí.

Siguiendo nuestra discusión de las verdades sencillas del cristianismo, llegamos al segundo concept: Nosotros hemos desobedecido a Dios (pecamos). El resultado es que existen muchos problemas en el mundo- sobre todo la muerte.

Decir que hay un debate sobre cada aspecto de este concepto sería muy cierto. Hay un debate sobre la existencia de Dios y si de veras existe alguien a quién tenemos que rendir cuentas. Luego hay debate sin límites sobre la naturaleza de la humanidad – ¿somos una mezcla de lo bueno y lo malo (como vemos en el símbolo del yin y el yang? O ¿Somos buenos de naturaleza, o malos? Hay algunos que niegan por completo que exista el pecado, y aun cuando alguien reconoce que los humanos hacen muchas cosas malas, a menudo trata de decir que no es por el pecado , sino por otras causas, como la sociedad, lo que nos pasó cuando éramos niños, heridas que hemos sufrido, etc. Y claro, hay debate sobre la naturaleza de la muerte – ¿es una realidad biológica que tenemos que aceptar, o un enemigo contra quien debemos luchar con todo?

El cristianismo toca en cada uno de estos temas en profundidad, con argumentos complejos sobre Dios, la naturaleza humana, la moralidad y la ética, y la naturaleza de la muerte. Pero el concepto que mencioné es muy sencillo: Nosotros pecamos, el mundo está quebrantado, y el resultado es la muerte. Unas palabras sobre cada una de estas ideas será suficiente por este proyecto.

Si aceptamos como nuestro punto de partido que Dios existe, entonces tiene mucho sentido que Él tiene pautas y expectativas para nosotros. Cada padre en el mundo tiene expectativas para sus niños y su comportamiento. Cada jefe de una empresa tiene expectativas para sus empleos. Cada persona encargado de un proyecto tiene pautas para los bajo su cargo. Si Dios nos creó, entonces claro que tiene expectativas y pautas para nosotros.

Y a pesar de todo el debate sobe qué, exactamente, es correcto y qué no, creo que la mayoría de personas es muy bien alineado sobre las cosas que causan daño y que nos duelen. Podemos discutir a nivel teórico, pero normalmente podemos identificarlos muy rápido si los experimentamos. ¿Alguien nos roba? Eso es malo. ¿Alguien nos maltrata? También es malo. ¿Nos estafa? Malo. ¿Es arrogante y nos menosprecia? Malo. ¿Es codicioso? Malo. De hecho, si miramos a las descripciones clásicas de lo bueno y lo malo, como los diez mandamientos, los 7 pecados capitales, las listas que nos da Pablo (p.e. Gálatas 5:19-21), u otros pasajes en la Biblia, descubrimos que la mayoría de personas las ve y reconoce rápidamente que esas cosas son dañinos, sobre todo si nos ponemos en la posición de ser la persona ofendida. (Este es el punto de vista mejor, creo, porque tendemos a justificar nuestras propias acciones cuando ofendemos a otros, pero reconocemos su naturaleza destructiva y dolorosa si pensamos en otro haciéndolas a nosotros.)

También, todos sabemos que desobedecer las reglas lleva a consecuencias negativas, sobre todo en cuanto a nuestra relación con otras personas. El niño que miente va a descubrir, tarde o temprano, que esto destruye la confianza. Y si rehusa a cambiar, esta destrucción va a crecer. De hecho, si desobedece constantemente, va a descubrir (o revelar) no solamente consecuencias externas como relaciones destruidas, sino también consecuencias internas como un carácter malformado que no es digno de la confianza. Así es con todo tipo de pecado – causa no solamente daño externo, sino también daño interno. Por eso, el mundo está quebrantado – todos somos pecadores que nos lastimamos a nosotros mismos y a otros. A veces lo hacemos sin querer, pero en otras ocasiones, es muy intencional.

Y eso nos lleva al punto final, la muerte. El pecado es destructivo, y su fin es la muerte (tanto físico como espiritual, que es la muerte más profundo a que la muerte física nos apunta). Eso es lo que encontramos en el libro de Santiago 1:14-15, “Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumido, da a luz la muerte.” Desde la perspectiva cristiana, la muerte no es parte de la creación de Dios – es algo ajeno, el resultado del poder destructivo del pecado. Dios nos creó para la vida, y la muerte es el enemigo.

Creo que casi todos están de acuerdo que somos creados para la vida, aun si lo expresamos de diferentes maneras. Casi todos tienen ideas sobre lo que va a pasar después de la muerte, sea la reencarnación, ir a un lugar mejor, llegar a ser uno con el universo, etc. Todos estamos de acuerdo que queremos vivir o continuar de alguna manera. Aun los que completamente niegan la existencia de vida después de la muerte expresan incomodidad con la idea. La muerte es “normal”, pero no es natural o bienvenido.

Entonces vemos que cada concepto es sencillo y lógico. Si Dios existe, tiene pautas para nuestro comportamiento. Por lo general, estamos conscientes de esas pautas, y si las violamos, hay consecuencias destructivas que son tantos externas como internas. Ya que todos desobedecemos estas pautas, el mundo está quebrantado. Somos quebrantados (por lo menos) o aun intencionalmente rebeldes. Y dado que el pecado es destructivo, forzosamente nos lleva a la muerte – muerte física y muerte espiritual.

Es cierto que este concepto no es exactamente reconfortante, pero es sencillo y tiene sentido. Y cabe muy bien con nuestra experiencia cotidiana – el pecado existe y es destructivo.

Pero también es importante personalizar esta idea:
Yo, por lo general, entiendo lo bueno y lo malo
Yo escojo demasiado comúnmente hacer lo malo (estoy quebrantado y/o rebelde)
Yo sé que el pecado tiene un efecto negativo y dañoso en mi vida, y
Yo sé que la muerte se acerca, y que mi pecado es un problema, tanto porque me destruye como porque tengo que contemplar la posibilidad de ponerme frente a Dios, quien estableció las pautas que ignoro tanto.

Y creo que lleva a una conclusión más:

Yo necesito ayuda para quitar este pecado de mi vida.

Una vez más, mantener la sencillez nos ayuda a ver con más claridad – aun si lo que se revela no es muy emocionante.

La Biblia

La Biblia

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Este post es la tercera parte de una serie que se llama “fe sencilla” que tiene el propósito de destacar los conceptos sencillos de la fe cristiana. Se puede ver los primeros dos posts aquí y aquí.

Antes de seguir con los conceptos sencillos, vale la pena tomar un momento para hablar sobre la Biblia, ya que la Biblia es la fundación de la historia cristiana. Por ser tan importante, este post probablamente será el post más largo de esta serie.

La Biblia ha sido la víctima de ataques interminables durante el curso de los siglos anteriores. Ha sido burlado como un mito, atacado como un libro sin precisión histórica, designado como nada más otro libro espiritual, o visto como un producto meramente humano. Decir que el asunto es complejo sería correcto, pero también subestima dramáticamente la realidad. Dado la complejidad, y sin entrar en mucho detalle, ¿qué puedo decir sobre la Biblia?

  1. Históricamente, es más o menos confiable. Digo “más o menos” porque hay muchas preguntas históricas, y esas preguntas reciban mucha atención – la historia de la creación, el narrativo del diluvio, el éxodo de Egipto, el nacimiento de Jesús. Son preguntas entendibles y importantes. Pero a pesar de ellas, tenemos que notar unas cositas:
    a) Hay much evidencia a favor de la historicidad de la Biblia. Se han encontrado varias ciudades, y todavía están descubriendo cosas utilizando la Biblia. Hay mucha evidencia a favor de las personas, eventos y lugares históricos de la Biblia. Hay preguntas, sí, pero ellas son pocas en comparación con lo que es confirmado.
    b) Muchas de las preguntas tienen que ver con la historia más antigua. Con razón, entre más te alejes del presente, más preguntas surgen. Y hay mucho que está discutido – pero hay poco o nada que se puede mostrar es claramente incorrecto (a pesar de las declaraciones de muchos). La historia anciana es complicada.
    c) Los escépticos se muestran equivocados constantemente. Vez tras vez, cuando uno está haciendo investigaciones históricas, se encuentra el comentario que “los historiadores no creían que tal y tal lugar, o persona, o título, o grupo existía como dice la Biblia, pero descubrimientos recientes muestran que de hecho sí, existían”. Este patrón hace que sea un poco difícil tomar en serio los escépticos. Prefiero esperar más evidencia y análisis. También, hay que reconocer que la arqueología es todavía una ciencia joven y la interpretación de evidencia puede ser un poco (a veces) subjetiva.
  2. La mayoría de escépticos (y la mayoría de gente) tiene un prejuicio anti-sobrenatural. Yo entiendo esto muy bien, pero la Biblia es un libro muy sobrenatural. El resultado es que muchos ignoran lo que la Biblia dice nada más porque trata con eventos sobrenaturales – sobre todo en la vida de Jesús. Y aunque entiendo este prejuicio, no es un buen punto de partido para hacer una investigación honesta y abierta.
  3. La Biblia require fe. No hay ninguna manera de mostrar definitivamente las partes que hablan de Dios. La historicidad confiable nos da un nivel de confianza (si es confiable sobre eventos históricos, es más probable que sea confiable en cuanto a las partes sobrenaturales), pero al fin de cuentas, creerla require fe. Nosotros (los cristianos) creemos que esta fe es una fe razonable (no una fe ciega o tonta), no solamente debido a la fiabilidad histórica, sino también por otros factores como la presencia casi unánime de la espiritualidad y la moralidad en los humanos, la comprensión de la historia que la Biblia nos cuenta, y la explanación que nos da de la vida. Pero al final del día, todavía es un asunto de fe.
  4. El carácter revelado de Dios es bueno. Muchos se enojan con Dios por sus juicios fuertes, pero yo veo tres cosas importantes en su carácter:
    a) Su amor. Desde la creación de un mundo bueno para la humanidad, hasta su paciencia con nuestro pecado, hasta su fidelidad a pesar de nuestra infidelidad, hasta el perdón completo y vida eterna que nos ofrece a través de Jesús, el amor de Dios brilla en las páginas de la Biblia.
    b) Su justicia. Dios odia el pecado. Cuando se enoja, es debido a la pecaminosidad de los humanos y la destrucción que esta trae a la vida. Y Él no lo ignora – Él responde al pecado. Vemos esto en varias historias donde Dios condena el pecado y castiga el mal, y los pasajes donde Él promete la justicia perfecta en el futuro. También tengo que mencionar que nosotros no tenemos ningún problema con la justicia cuando alguien nos ofenda a nosotros. Clamamos por la justicia cuando alguien nos lastima. Entonces es un poco injusto enojarnos a Dios cuando Él castiga a alguien por sus pecado o cuando el amenaza a los malvados (incluso nosotros) con justicia.
    c) Su imparcialidad. A veces la justicia de Dios da la impresión que Él mismo es un malvado, pero cuando lo vemos junto con sus advertencias constantes, su paciencia extrema (espera a veces décadas o aun siglos antes de actuar), sus ruegos a la gente que se arrepientan (y su tendencia de girar desde enojo a perdón en un instante cuando alguien lo hace), vemos la situación un poco diferente. Hay justicia, pero solamente cuando no hay otro recurso y cuando los objetivos de su ira rehusan a cambiar. También la Biblia habla mucho de que Dios juzga a nuestro corazón y nuestras acciones (que normalmente fluyen de nuestro corazón), entonces hay mucha evidencia que Él es un juez justo y imparcial, y no un tirano que demanda la perfección.
  5. Jesús. El centre del cristianismo es la persona y la historia de Jesús. Hay mucha evidencia que él existió y murió. También hay muchas razones para creer en su resurrección, pero eso necesitaría otro post complicado. Hay argumentos contra la resurrección, pero en mi opinión, esos tienen mucha conjetura y sufren de la presuposición que la Biblia está equivocada (en vez de mostrar que es así). La explicación más sencilla por el surgimiento de cristianismo, por el cambio radical desde un teología judía a una teología cristiana, y la disposición de los primeros discípulos a abandonar todo para proclamar esta nueva fe es que Jesús de veras resucitó de la muerte, algo que radicalmente cambió su vida.
  6. Es diferente de cualquier otro libro religioso. Otra vez, esto llevaría mucho tiempo para argumentar, pero para mí, hay dos puntos claves. El primero es la precisión histórica y la cohesión de la enseñanza a través de dos milenios de historias. El segundo es la persona de Jesús y sus declaraciones. Otra vez, esto no es una prueba, pero creo que el mensaje que nos da la Biblia y la cosmovisión que se presenta es diferente de cualquier otro libro “santo”. (Pero reconozco que a veces hay similitudes, sobre todo en cuanto a algunos puntos éticos.)
  7. La enseñanza ética es muy fuerte. Claro hay ideas con que no todos están de acuerdo, y algunas que son un poco difícil a entender. Sin embargo, por lo general, cuando leo las listas de cosas que debemos o no debemos hacer, es muy obvio por qué, y seguir las enseñanzas de la Biblia ayuda mucho a evitar dolores de corazón y problemas.

Hay much más que se puede decir, pero quiero que este post sea lo más sencillo posible, entonces por ahí termino.

Entonces, ¿hay preguntas en cuanto a la Biblia? Claro! Hay un montón de preguntas de muchas diferentes perspectivas y campos. Pero al final del día, la Biblia me da una historia en cuanto a la humanidad que tiene sentido, y que me permite encontrar mi lugar en ella. Me muestra un Dios que puedo amar, pero también quien merece mi respeto y aun temor (en el sentido apropiado, de Alguien mucho mayor que yo) – Alguien que está digno de alabanza, sobre todo cuando miro a la persona de Jesús.

Es sencilla. A pesar de las preguntas que siguen en pie, creo que la Biblia es una guía confiable para conocer a Dios y vivir una vida justa (y buena).

Dios y Nosotros

Dios y Nosotros

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Dios nos creó en su imagen, con el fin de tener una relación con Él.

Como mencioné en mi post anterior, hay dos métodos de pescar. Uno es complicado – un montón de equipo, mucha práctica, viajes especiales, un estudio profundo de cómo pescar y los hábitos de los peces, y la inversión de mucho dinero y tiempo. El otro método es muy sencillo – agarrar una caña, una línea y un anzuelo, y ponerse a la orilla del agua. Los dos métodos son buenos y tienen valor, pero son diferentes.

Nuestra sociedad demanda explicaciones complicadas por todo – incluso el cristianismo. Hay que explicar, explicar, y explicar – contestar los criticismos, mostrar pruebas, defender todos los detalles. Vivimos en la época de información, entonces todos quieren más información – una explicación completa y pruebas definitivas. Esto puede abrir la puerta a muchas conversaciones increíbles y dar muchas respuestas muy satisfactorias. Sin embargo, también puede robarnos del gozo de la historia sencilla de nuestra fe.

Entonces, ¿cómo capturamos de nuevo la simplicidad del cristianismo?

Creo que la respuesta también es sencilla: nos enfocamos en las ideas grandes de nuestra fe y soltamos la necesidad de explicar cada detalle. Otra vez, no estoy sugiriendo que estos detalles no importen y que no sean interesantes, pero por enfocar tanto en los detalles, perdimos las verdades sencillas que nos pueden traer gozo y paz. Hoy, quiero enfocarme en dos ideas grandes.

La primera es esta: Que Dios existe.

La opinión intelectual de nuestra sociedad es que esta idea es tonta, cuando en realidad es muy lógica. La complejidad, por su naturaleza, implica la presencia de inteligencia, entonces un mundo compleja implica una inteligencia suprema. Los morales son intrínsecamente relacional, entonces no es ilógico suponer que la presencia de morales indica una persona – Dios – detrás de ellos. Lo niños parecen a sus padres, entonces no es ridículo pensar que la humanidad tiene semejanza a Alguien mayor que nosotros. No es posible por “nada” crear a algo, entonces cuando vemos un universo con un principio, tiene sentido pensar que algo – o mejor dicho Alguien (ya que cosas tampoco tienen poder para crear) – lo inició. La humanidad muestra una inclinación hacia la veneración, y si no la veneración, por lo menos busca un significado más allá de nosotros, la cual nos apunta hacia una fuente de vida y un significado fuera de nosotros.

Claro, todas estas cosas no son “pruebas”, pero esto no es mi objetivo con este post. Mi punto es nada más mostrar que la existencia de Dios tiene sentido. Es más el caso que nuestra sociedad (o por lo menos un grupo en nuestra sociedad) ha declarado que esta idea es ilógica que los hechos lo han mostrado. No hay una razón convincente para no creer en Dios.

Las implicaciones de su existencia son notables y sencillas. Hay alguien que tiene control. Hay alguien que está encargado de este mundo y esta vida. Entonces como un niño puede descansar en paz porque sabe que sus padres son presentes y cuidándolo, también nosotros podemos descansar en paz, porque sabemos que hay un Dios supervisando toda la humanidad, aún cuando nos da la libertad de tomar nuestras propias decisiones. Cuando la vida siente fuera de control, cuando no sabemos qué está pasando, cuando nos toca la tragedia o cuando la vida va bien, podemos descansar con la confianza que hay Uno que sabe todo y que está encargado de todo. Esa es la paz.

La segunda idea que afirmamos es esta: que Dios nos creó de su propia imagen y que tenemos valor intrínseco. 

La humanidad es muy compleja y muy desarreglada. Pero también somos valiosos y especiales. Las Escrituras nos describen como creados en la imagen de Dios – somos como Él. De ciertas maneras, hemos capturado un poco esta idea en la sociedad occidental, donde proclamamos (pero no siempre vivimos) el valor de todos, sin importa su edad, raza, sexo, nacionalidad, estatus económico y aun sexualidad. Desafortunadamente, contradecimos este mensaje del valor de la humanidad por la enseñanza que los humanos no son nada especial, somos nada más primates avanzados, y que no hay un significado cósmico por nuestra vida. Lo que afirmamos en un aliento, quitamos en el siguiente.

En cambio, el cristianismo enseña que tenemos valor porque reflejamos a Dios mismo. No somos nada más animales super inteligentes. También nos enseña que nuestras vidas tienen un significado, y que fuimos creados por un propósito (trabajar en y gobernar este mundo) y, a fin de cuentas, para estar en relación eternamente con Dios y con otros. Cada persona, desde los no nacidos a los ancianos, los enfermos a los de buena salud, los pobres a los ricos, y cada variación posible, tiene valor increíble. Y el corazón de la Biblia es la historia de Jesús – que Dios mismo vino como humano para identificar con nosotros, para vivir en este mundo como uno de nosotros, y para resolver el problema de la muerte que nos enfrenta (un tema que viene). Es muy claro que Él quiere tener una relación con nosotros – es el propósito por el cual nos creó.

Entonces, afirmamos dos ideas sencillas que nos pueden dar gozo y paz tremendo:

Dios existe y está en control.

Tú eres especial y amado – creado en la imagen de Dios para tener una relación con Él.

Permite que esas ideas profundizan en tu corazón.

Fe Sencilla

Fe Sencilla

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Hay momentos cuando la complejidad es buena, pero hay otros momentos cuando crea más problemas que soluciones.

Por ejemplo, pensamos en alguien que quiere pescar. Hay dos maneras de hacerlo. El primero es encontrar un palo o una caña que es fuerte pero flexible, atar una línea de pesca, y ponerle un anzuelo a la línea. Luego, nada más hay que ir a un lago o río, meter la línea, y ver qué pasa.

El segundo método es hacer mucha investigación y preparación. ¿Qué tipo de pescado quieres pescar? ¿Por dónde se encuentran? ¿Qué tipo de equipo necesitas para hacerlo? Y luego necesitas comprar el equipo – la caña de pesca mejor (o una variedad de cañas), cebos y carnadas de varios tipos, la línea correcta por el tamaño de pescado que buscas, anzuelos, y muchas otras cosas. Más todas las extras – ropa para pescar, tal vez un barco y una camioneta para llevarlo al lago, chalecos salvavidas, baldes para los pescados, etc. Hay que planear tiempo para ir a pescar. Y al final, todos se diviertan.

Bueno, no cabe duda que el segundo método hace que el primero parezca muy primitivo y aun simplista. Y sin duda el segundo dará mucho gozo a los que lo practican así, y aun, probablamente, más éxito (por lo menos a lo largo plazo). La complejidad no es nada mala.

Sin embargo, a veces la complejidad es más un obstáculo que un beneficio. En vez de dar gozo, puede producir frustración. Tal vez no hay dinero suficiente para comprar el equipo que quieres o necesitas. No hay tiempo por el viaje perfecto de pescar. O tal vez todo está bien organizado por un viaje, pero surge una tormenta. O tal vez la recompensa no vale la pena. Se puede perder el gozo de pescar debido a la complejidad de la aventura.

Lo vi el verano pasado cuando fuimos a visitar algunos familiares en su terreno en las orillas de un lago. Al llegar, encontramos los primos de nuestros hijos pescando al fondo del muelle. Y inmediatamente, nuestros hijos se juntaron con ellos. No tenían nada más que una caña, una línea y un anzuelo. En los siguientes días, ellos pasaban horas pescando desde ese muelle. A veces pescaban algo, y a veces no, pero siempre se divertían. Pudiéramos haber encontrado un barco para ir al centro del lago, o comprado unos cebos impresionantes, o sus propias cañas de pesca, o muchas otras cosas. Pero para ellos, eso hubiera sido nada más una distracción. Ellos solamente querían una caña, una línea y un anzuelo, y estaban perfectamente contentos.

Creo que se puede aplicar esto a nuestra vida espiritual, sobre todo en nuestra cultura y ambiente “intelectual”. Vivimos en una época compleja – la época de información. Tenemos mucho más conocimiento a las puntas del dedo que jamás pudiéramos utilizar. Y ese conocimiento produce en nosotros cierta expectativa – que siempre vamos a poder saber todo, explicar todo, contestar todo. El misterio o la ignorancia no son tolerables.

Entonces tenemos altas expectativas cuando abordamos al cristianismo. Exigimos respuestas a todo. Tenemos la expectativa de explicar cada detalle. Somos muy sospechosos a encontrar brechas en el entendimiento o la explicación de algo. Exigimos que el cristianismo – como todo – sea muy complejo, con una solución por cada problema.

Bueno, el cristianismo no tiene problemas con la complejidad. No se puede decir que los cristianos evitan conversaciones o problemas difíciles (bueno, obviamente algunos lo hacen, pero el cristianismo como un total no lo hace). Hay discusiones increíblemente complejas, agradables y bonitas sobre cada aspecto del cristianismo. La complejidad no es nada mala.

Pero a veces (a menudo, creo), siento que la complejidad obstruye la belleza de la historia sencilla del cristianismo. Recientemente, he estado muy consciente de esto en mi propia vida, y lo he visto también en la vida de otros. En medio de una búsqueda intensa por respuestas complejas y comprensivas a cada pregunta que se puede imaginar, se hace muy fácil perder el centro sencillo del cristianismo. Y los cristianos sufren como resultado.

El mensaje central del cristianismo no es difícil:

  • Dios nos creó en su imagen, con el fin de tener una relación con Él
  • Nosotros lo desobedecemos (pecamos). El resultado fue muchos problemas – sobre todo la muerte
  • Dios se hizo humano en la persona de Jesús para pagar el precio por nuestros pecados y restaurar nuestra relación con Dios
  • Vivimos en relación con Jesús
  • Tenemos la esperanza de vida eterna en vez de un castigo o separación

Confieso que en una época científica, ese mensaje sencilla puede parecer no solamente simplista, sino también anticuado. Las preguntas surgen, pidiendo respuestas complejas, gritando por atención y resolución. Las escucho yo regularmente. De hecho, la mayoría de las veces cuando contemplo a Dios y hablo con otros que están luchando con la fe, esas preguntas dominan y guían la conversación.

Sin embargo, recuerdo cómo crecí y las vidas y ejemplos de mis padres y abuelos. Había preguntas en ese tiempo, sin duda, pero no dominaban la conversación. Dominaba la historia sencilla – que Dios nos creó, que Dios nos ama, que Dios nos quiere perdonar para poder tener una relación con nosotros, que Dios nos quiere mostrar cómo vivir y nos quiere ofrecer vida eterna. Y esa historia sencilla dio vida y gozo increíble.

Entonces, quiero usar mis siguientes posts no para contestar todas las preguntas o debatir los asuntos complejos, sino para recordar la historia sencilla y reflejar sobre el gozo que ella puede dar a uno. Porque la complejidad no es mala, pero a veces es un obstáculo.

Entonces, vámonos. Agarra una caña, una cuerda y un anzuelo. Vamos a pescar.

¿Aún necesitamos a Dios?

¿Aún necesitamos a Dios?

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Algo me ha estado molestando por un rato. Por un buen rato, a decir la verdad. No sé exactamente cómo explicarlo, pero intentaré.

Crecí en un hogar muy cristiano. Y lo digo de la mejor manera posible. Parece a la moda poner por los suelos el cristianismo “tradicional” con todos sus problemas, pero eso no era mi experiencia. Mi familia y iglesia, aunque no perfectas, obviamente, eran muy buenas. Mis abuelos y padres eran (y son) personas y cristianos ejemplares, modelos que deseo que todos tuvieran. Había problemas en nuestra iglesia, como la mayoría, pero también había gente muy devota y la enseñanza no se escondía de temas difíciles. Fue completamente evangélica y en muchos casos hasta fundamentalista. Pero fue buena. Crecí con mucho amor, mucha oportunidad de hacer preguntas, buscar respuestas y crecer, y un entendimiento muy claro de lo bueno y lo malo y cómo vivir para Dios.

Como parte de ese crecimiento, siempre he aprendido la creencia ortodoxa que las personas son pecaminosas por su naturaleza y por eso separadas de Dios. Que ellos son, en una palabra “malos” (pecaminosos). Eso me incluye a mí, obviamente, y cualquier otro cristiano, para no parecer demasiado crítico a otros. La enseñanza es que todos somos pecaminosos y que solamente con Cristo podemos cambiar y crecer y convertirnos en “buena gente”1. O sea, que es Dios viviendo dentro de nosotros y nosotros obedeciendo sus mandamientos que nos hace “bueno”. Pero entre más vivo y observo a la gente, más difícil es mantener esta perspectiva simplista (quiero clarificar que mi perspectiva en este punto nunca ha sido tan simplista como lo presento aquí, pero poner la idea en su forma más básica ayuda a explicar la lucha que siento). En pocas palabras, hay muchas personas que parecen ser buena gente y vivir vidas buenas, pero lo hacen completamente sin Dios. Muchos de ellos hasta están muy en contra de Dios. Y cuando considero eso junto con los avances científicos que parecen explicar todo el mundo sin referencia a Dios, surge a la mente una pregunta asombrosa que me ha estado molestando:

¿Aún necesitamos a Dios?

A nivel superficial, parece que la humanidad y el mundo occidental (porque no puedo hablar por lo demás del mundo) están avanzando con rapidez. Nos rodean mensajes que afirman que la humanidad necesita amarse y ayudarse los unos a los otros, eliminar el racismo, el sexismo, el “bullying” y muchas otras cosas que son malas. El mundo está progresando en muchos respetos con remedios a varias enfermedades, resoluciones a diferentes problemas, etc. Es casi imposible leer media social sin encontrar un buen número de historias que te hacen sentir bien y son muestras de la bondad de la naturaleza humana y el progreso de la humanidad. Y la mayoría de esto dentro de una cultura que cada vez más está rechazando a Dios en general, y Jesús en particular. Entonces otra vez surge la pregunta, ¿aún necesitamos a Dios?

Tal vez es más útil no hablar de “los demás” y enfocarme solamente en mí mismo. Creo que una parte del desafío de esta pregunta es que estamos tratando de “juzgar” a otros (evaluarlos) sin poder ver lo que está pasando por dentro. Las apariencias pueden ser decepcionantes. Es difícil saber qué está pasando en el corazón de otra persona o cómo son de verdad cuando solamente vemos trozos de su vida o escuchamos historias seleccionadas. Pero cuando miro a mí mismo, puedo ver la verdad e identificar las necesidades que yo tengo.

Entonces, ¿qué veo en mí mismo? Por apariencias, probablamente califico como uno de esa “buena gente” que he mencionado. Mi trabajo se dedica a ayudar a otros. Estoy felizmente casado, no me meto en apuros, intento ser un buen padre a mis hijos. Tengo un trabajo constante y estoy contribuyendo a la sociedad. Todas las cosas que son buenos hacer. Sin embargo, cuando miro a mi propia vida, identifico fácilmente cuatro areas claves donde creo que Dios es tanto relevante como necesario:

La vida. He pasado los últimos dos meses completamente cautivado por el misterio de la vida y la pregunta de qué viene después de la muerte. El hecho de que la vida aun existe es ridículo – no hay ninguna razón lógica por ella. El hecho de que yo existo y vivo es increíble. ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué estoy yo aquí? ¿Y por dónde voy? Es muy fácil vivir nuestra vida sin reflexionar sobre preguntas como estas, pero en algún momento, la mayoría de nosotros reconoce la maravilla y lo absurdo de la vida. En mi caso, tal vez es por haber cumplido 40 años y llegado a la etapa de mediana edad. Pero independientemente de la razón por obsesionarme sobre este tema, ciertamente no estoy solo en hacerlo. El significado de la vida siempre ha sido una de las preguntas básicas de la humanidad. ¿Por qué existimos?
Vez tras vez, mis reflexiones sobre el tema me llevan a Dios. No puedo aceptar el concepto que “nada” creó todo – sobre todo cuando todo lo que existe es tan increíble y complejo. Tampoco puedo creer que somos espíritus reciclados que damos vueltas y vueltas hasta algún día poder escaparnos de esta carrera de ratas. Los dos conceptos quitan la vida de su significado, propósito y valor. No somos importantes como individuos – solamente somos partes de una máquina indiferente. Aunque los que creen en estas cosas tal vez no viven de acuerdo con esa idea, eso es solamente porque no están actuando de acuerdo con sus creencias. Los conceptos en sí no se llevan a ninguna otra conclusión. Pero con todo lo que soy deseo tener valor, propósito y significado. Y solamente un Dios (un ser personal y sobrenatural) parece ofrecer tanto una explicación para la vida como la posibilidad de que esa vida continuará después de la muerte. Sin Dios, siempre vamos a vivir con un corriente subyacente de desesperación y falta de significado, no importa cómo lo tratemos de esconder.
La guía. Cuando miramos a nuestro alrededor, hay una falta de certeza tremenda y aun conflicto sobre cómo debemos vivir. Aunque la ciencia e investigaciones proclaman ciertas ideas y tendencias sobre qué es mejor, tan rápido como lo proclaman hay otros estudios con conclusiones diferentes. El resultado final es todos creando sus propios principales y pautas para la vida basados en cualquier cimiento que escojan. Lo que es muy interesante es la contradicción en estas ideas, sobre todo visible en media social: Debemos amar a todos – excepto los que vamos a avergonzar por diferentes razones; así debes vivir – aunque confieso libremente que no tengo ni idea qué estoy haciendo en la vida; #metoo – y no olvides apoyar la industria de pornografía, que definitivamente les empodera a las mujeres. Es un mundo impresionante de contradicción y auto justicia. Pero cuando permitimos que Dios nos dirija (hablando específicamente de Cristo y la Biblia), tenemos pautas muy claras sobre lo bueno y lo malo. Bueno, podríamos hablar mucho sobre si los cristianos hacen estas cosas o no, y hay algunos temas que todavía generan incertidumbre (como redefinir los papeles de hombres y mujeres en una sociedad moderno y exactamente cómo entender y aplicar las enseñanzas de la Biblia sobre la homosexualidad), pero por lo general la guía que encontramos en la Biblia sobre cómo relacionarnos con Dios, el mundo y entre nosotros nos da unas pautas muy claras por cómo vivir. Y yo diría que la gran mayoría de personas que vive una vida “buena” sin Dios lo hace basado en enseñanzas bíblicas, lo acepten o no.
Ayuda. No importa cuánto proclamemos entender sobre el universo o cuán competentes nos declaremos ser para enfrentar la vida, es muy raro encontrar alguien que no clame a Dios por ayuda fuera de sí a veces. Muchos en el mundo todavía viven con la necesidad de ayuda cotidiana. Y esta ayuda no es solamente por necesidades físicas. Muchos luchan con problemas más profundos, como el temor, la culpa y la vergüenza. Sienten la necesidad de saber que hay alguien más allá de ellos que los puede liberar de estas cargas. Esto es lo que Dios promete – perdón por nuestros pecados, el amor y el honor en vez de la vergüenza, y poder y fuerza supremo (aunque no revalado completamente en el presente) por nuestro temor y debilidad. Creo que estamos exagerando nuestra posición cuando declaramos que podamos entender todo en el universo y vivir sin la ayuda de Dios. En muchas situaciones, claro, estamos bien. Pero luego surgen esas situaciones donde nos damos cuenta que no podemos resolver todos nuestros problemas, no podemos siempre vivir como debemos, no podemos extender nuestra vida, no podemos enfrentar o resolver los problemas del mundo, no podemos escaparnos de la culpa, vergüenza y temor que nos enfrentan… y de repente, tal vez la idea de creer que hay alguien fuera de nosotros que nos puede ayudar y que tiene todo bajo control no es tan loca.
Ser bueno. Este punto no era originalmente parte del plan por este post, pero ya que mencioné la naturaleza humana más arriba, creo que vale la pena mencionarla aquí. Ya dije que no parece que necesitemos a Dios para ser bueno. Pero creo que tengo que clarificar – este “ser bueno” no es perfecto. Hay muchas personas que son buenas cuando los comparamos con otros. Los identificamos como cariñosos, bondadosos y maravillosos. Y sí, lo son. Pero todos de ellos, si son honestos, van a reconocer que no son tan buenos como parecen. Cualquier persona que haya tratado de “ser bueno” muy rápidamente se da cuenta del egoísmo, orgullo, espíritu crítico, enojo, etc. que reside profundo en nuestro interior. Entre más tratamos de ser bueno, más nos damos cuenta de cuán lejos de buenos de veras somos. Somos, como dice la Biblia, pecaminosos. Y sugiero que cualquier que no reconozca su propia pecaminosidad sea demasiado arrogante o ignorante para entender cuan imperfecto son. Diría que aquí también necesitamos a Dios. Es Dios que nos revela nuestra pecaminosidad y que nos da un deseo de alejarnos de ella. Es Dios que nos ofrece el perdón y el amor a pesar de nuestra pecaminosidad. Es Dios que nos brinda su espíritu para empezar a conquistar el mal en nuestra vida. Y es solamente Dios quien nos puede limpiar del pecado cuando un día lleguemos frente de Él en su gloria. Creemos que es únicamente Él quien puede completar la transformación a “ser bueno” que deseamos.

Entonces ahí está. ¿Necesitamos a Dios? En algunos respetos, no. Pero al final del día, creo que sí lo necesitamos. Lo necesito para explicar y proveer la vida. Lo necesito para mostrarme cómo vivir y para cambiarme para poder vivir de esa manera. Lo necesito para ayudarme en todas esas situaciones demasiadas difíciles o complicadas para mí (bueno, lo necesito en cada situación, pero son las grandes dónde más lo reconozco). Y creo que si miramos más allá de la fachada que presentamos al mundo, todos necesitamos a Dios mucho más de lo que la mayoría quiere confesar.

[1] Vale la pena notar que el cristianismo no tiene como su meta crear “buena gente”, sino salvarnos de nuestros pecados y la  muerte que resulta, y restaurar nuestra relación con Dios. Sin embargo, el resultado de aceptar a Cristo es un corazón cambiado que desea obedecer a Dios. Y esa obediencia debería resultar en un cambio de vida que nos hace “buena gente”.