Este post no es igual a la versión inglés porque la situación Latinoamericana la veo diferente que la de América del Norte. En varios contextos, he visto a latinos deseando imitar la situación social y política de Canadá y los Estados Unidos, pero no creo que sea el camino mejor para la iglesia o cristianos.
En Canadá y los Estados Unidos, la iglesia se ha metido de varios grados en la política y el activismo social. Las razones son entendibles – estamos rodeados con problemas y deseamos profundamente ver cambios. Imaginamos sociedades más justas y pólizas mejores que podrían beneficiar a nuestras entidades, sociedades, y países. Y con la Biblia y las enseñanzas de Cristo, creemos que tenemos la mejor guía posible para la sociedad. El deseo es ayudar a todos – y hacer cambios legales y sociales parece ser la mejor manera para lograrlo.
Sin embargo, es necesario preguntar si el activismo social o participación en la política es el trabajo principal de los cristianos. ¿Qué aprendemos de las Escrituras?
En el Antiguo Testamento, vemos la historia de la nación de Israel. Dios llama a Abraham, y de él, poco a poco, crece a una nación. Por Éxodo, vemos a los Israelitas saliéndose de Egípto y entrando en la Tierra Prometida (aunque no llegan hasta el libro de Josué), formando la nación de Israel. En el camino, Dios les da leyes y regulaciones tanto para alabarlo como para convivir como nación de manera correcta. Dios mismo va a ser su cabeza, su líder. Entonces tenemos el mejor líder posible dándoles instrucciones claras sobre cómo vivir. Y ¿qué pasó?
Fue un fracaso completo.
Los Israelitas nunca lograron vivir de acuerdo con las leyes de Dios. Aunque tenían su “época de oro” con David y Salomón, donde dominaron la región por un tiempito, aun así nunca vivían de manera correcta como Dios les había enseñado. Aun con el líder mejor que se puede imaginar (Dios) y regulaciones rectas, no tenían el éxito que uno imaginaría. Fue un ejemplo de la imposibilidad de guiar una nación por el buen camino a través de las regulaciones, la política, y pólizas sociales. Creo que Dios lo hizo a propósito para mostrar que necesitamos más que leyes y poder – necesitamos un corazón cambiado.
Llegando al Nuevo Testamento, el ministerio de Jesús y de los primeros apóstoles (sobre todo Pablo) era muy diferente. Jesús nunca intentó tomar poder dentro de la nación de Israel o a derrocar los romanos. Ni imponía pólizas de gobernación, ni buscaba cambios sociales. Y el ministerio de Pablo era igual. Su enfoque era predicar el Reino de Dios y mostrarlo a individuos (sí, predicaban a grupos a veces, pero la aplicación siempre era personal – predicaban sobre cómo cada individuo debería vivir, no cómo la sociedad debe cambiar). Era un mensaje personal, no social.
En varios cursos que he tomado en el seminario, (completamente con compañeros latinoamericanos), he escuchado estudiantes y profesores hablando de la necesidad de cambiar su sociedad y sus leyes, y de la necesidad de la iglesia a involucrarse en la política y el activismo social. El problema es que no veo evidencia de esto en la Biblia, y creo que ha sido un desvío peligroso en los países donde lo han hecho – como Canadá y los Estados Unidos. No digo que nunca han lograda nada – seguramente unas leyes propuestas y implementadas por cristianos han sido buenas por la sociedad. Sin embargo, las leyes nunca avanzaron el reino de Dios. O sea, la sociedad puede ser más justo, y eso es bueno, pero si no va acompañado por corazones cambiados por Dios, ¿de que se vale?, y ¿cuánto tiempo va a durar? Como Jesús dice, de que sirve ganar el mundo y perderse el alma (Mat. 16:26)? Es otro contexto, pero aplica – podemos cambiar la sociedad pero perder a la gente.
Entonces ¿cómo abordamos el tema de activismo social y la política? Primero, mantengamos lo primero, primero. Nuestro rol, como la iglesia y cristianos, es invitar a personas a restaurar su relación con Dios. Somos los únicos que pueden hacer este rol, y no lo podemos negar. Eso es lo que me preocupa mucho – no necesariamente que los cristianos se involucran en la política o en el activismo social, sino que lo ven como el rol principal de los cristianos, o lo ven como el meta del cristianismo. No lo es – vamos a rectificar algunas cosas, y otros van a tomar su lugar. En la misma linea que indicó Jesús cuando dijo que siempre vamos a tener los pobres entre nosotros (Mat. 26:11), también siempre vamos a tener la injusticia, la corrupción, y diferentes problemas. Nuestro primer enfoque no es la política o buscar mejorar la sociedad, sino construir el Reino de Dios por proclamar (a individuos) el evangelio y mostrarlo (a individuos) por nuestro amor.
Solamente después de eso, como ciudadanos de nuestro país o region, podemos enfocar en los cambios sociales. Y siempre lo hacemos muy conscientes de los limites de esos cambios, para no enojarnos. No resultan en el crecimiento del Reino de Dios. Nunca vamos a llegar a una sociedad perfecta. Muchos cristianos parecen poner toda su confianza o su esperanza en la política o en lograr cambios sociales, y no en Dios y su Reino. Podemos promocionar buenas pólizas y leyes, pero siempre con la paz que, cambie o no la sociedad, somos partes de un Reino mejor y al final de cuentas, es el Reino de Dios lo que va a durar, no nuestra sociedad.
Entonces, mi mensaje sencilla por la iglesia (sobre todo los pastores) y todos los cristianos se resume por lo que dice Jesús en Mat. 6:33 – “Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas le serán añadidas.” Este es nuestro primer enfoque – la proclamación y la muestra del Reino de Dios. Todo lo demás viene en el segundo lugar – y eso muy distante.